¿Tienen submarinos usados?

Podemos leer cuidadosamente las palabras escritas de Claudio Magris e hilar con esas mismas una narrativa legible, con buena sintaxis, convirtiendo de ella una pieza literaria bastante interesante y con un buen manejo de tiempo; nos podemos adentrar con facilidad y sin perder ningún detalle o curiosidad dentro de la misma. Los tiempos son buenos para leer.

Claudio Magris, (Trieste, 1939), prestigiosísimo germanista, ensayista y traductor de Ibsen, Kleist y Schnitzler, entre otros, es una de las figuras mayores de la literatura italiana contemporánea. En Anagrama se han publicado sus obras narrativas El Danubio (Premio Internacional Antico Fattore y Premio Bagutta), Otro mar (Premio Europeo Agrigento, Premio Palazzo al Bosco y Premio Pannunzio), Microcosmos (Premio Strega), A ciegas (Premio Tomasi di Lampedusa), Así que usted comprenderá y No ha lugar a proceder, la pieza teatral La exposición, así como los ensayos recogidos en Utopía y desencanto, El infinito viajar, La historia no ha terminado, Alfabetos y La literatura es mi venganza, escrito este último con Mario Vargas Llosa. Claudio Magris ha recibido numerosos premios, entre los cuales destaca el Premio Erasmus en 2001, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2004, el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes en 2009 y el Premio de la FIL de Guadalajara en 2014.

“Submarinos usados. Compro y vendo.” Con este anuncio, aparecido en el Piccolo Banditore el 26 de octubre de 1963, arranca la novela. No es una invención, se publicó de verdad. Quien lo puso fue un profesor triestino, coleccionista obsesivo de armas y de todo tipo de parafernalia bélica. En él se ha inspirado Claudio Magris para construir esta narración hipnótica e inquietante que arranca con un hombre empeñado en montar un “Museo total de la Guerra para la llegada de la Paz y la desactivación de la Historia”. Junto al profesor que lo ha concebido, aparece otro personaje central, el de Luisa, hija de una judía deportada y de un sargento afroamericano. Ella será la encargada de poner a punto ese museo, cuyas salas acumularán objetos que cuentan historias. Y así, en esta novela que contiene muchos relatos, van apareciendo la Risiera di San Sabba, en la periferia de Trieste.

“Perla… Luisa tenía la impresión de conocerla, de conocer casi su cuerpo; imaginaba su paso ligero, los pies que se deslizan sin hacer ruido como un animal en el bosque, atraviesan la vida casi sin dejar rastro, evitando enredos y emboscados. La gacela en su carrera apenas dobla la hierba que al instante se endereza susurrando en el viento; en cambio poco después queda aplastada bajo los pasos pasados y despiadados de los perseguidores, de los cazadores que al final alcanza la presa, siempre demasiado pronto”.

Con información de Magris, Claudio. No ha lugar a proceder, Barcelona: Anagrama, 2016, 384 pp.

MasCultura 04-ago-16