El pardillo de Limehouse

Kitty Peck y los asesinos del Music Hall” nos lleva al mundo del espectáculo, la prostitución y la pobreza del Londres de finales del siglo XIX. Desde la portada sabemos que se trata de una novela policiaca que nos relatará la historia de los asesinos del Music Hall, a través de su protagonista Kitty Peck. Lo que descubriremos al leerla es una historia de misterio sobre la terrible desaparición de las chicas empleadas en los Music Halls. Además, nos revelará la furtiva relación entre los barrios de Limehouse, un distrito portuario de Londres sumergido en la indigencia, y el universo de los ricos.

En este contexto nos preguntaremos a quién podría importarle la desaparición de esas chicas, bailarinas y ayudantes de los Music Halls. La respuesta es, claro está, a quien su desaparición afecta económicamente. Lady Ginger, una mujer severa que atemoriza a sus empleados, es dueña de El Paraíso, nombre irónico para llamar al conjunto de sus Music Halls: The Gaudy, The Comet y The Carnival. De esta manera, Lady Ginger, en medio del opio y del submundo del teatro, chantajea a Kitty Peck, una joven costurera, para que le ayude a descubrir quién le ha estado “robando” el negocio. Así, mientras Kitty Peck intenta resolver el misterio de la desaparición de esas chicas, a quien ella misma conoce, veremos cómo se ve obligada a hacer todo lo que Lady Ginger quiere, con la ilusión de volver a ver con vida a su hermano Joey. Para esto, será protagonista de un nuevo número: el pardillo de Limehouse.

Kitty Peck se verá forzada a estar dentro de una jaula, como un pajarillo, colgando sobre el teatro. “Quiero que cantes una bonita canción, que muestres ese hermoso cuerpo y que excites a los clientes con la posibilidad de tu hermosa muerte. Pero, por encima de todo, quiero que estés muy atenta, que vigiles el teatro”, le dice Lady Ginger. Además de desafiar el miedo a la altura y a no tener ninguna red de protección, se las tendrá que ingeniar para estar atenta a los espectadores, tratando de descubrir a los asesinos del Music Hall.

Su acto llama tanto la atención entre el público de los Music Halls que las otras chicas comienzan a tenerle envidia y hasta la misma Kitty Peck olvida por un momento la finalidad de ser el pardillo de Limehouse: “Que Dios me perdone, pero la verdad es que había noches allí arriba, en la jaula, mientras practicaba mis piruetas, perfeccionaba mis equilibrios y ensayaba mi voz, en las que me olvidaba por completo de Joey y de Alice y de las chicas desaparecidas, y me permitía el lujo de imaginar el día en que me vería libre como el pájaro que fingía ser, con todo Londres a mis pies, por así decirlo.”

Kate Griffin relata a detalle el escenario sombrío que envuelve a los Music Halls, los negocios turbios de su dueña y a la pobre Kitty Peck que no logra entender cómo, desde su jaula, logrará encontrar a los asesinos –porque todos saben que quien desaparece en esos lugares no será vuelto a ver con vida–. Nada parece tener sentido para Kitty hasta su encuentro con una pintura: Las muchachas del bermellón, que encierra otro misterio, el del “Dorado de Sicilia”, una técnica que nadie había podido igualar.

La novela de Griffin nos lleva de un misterio a otro, siempre con el temor de no alcanzar a resolverlo antes de que sea demasiado tarde. “Kitty Peck y los asesinos del Music Hall” es una historia completa, llena de intriga, enigmas y personajes con intrincadas historias en el sórdido ambiente de la época.

Kate Griffin, Kitty Peck y los asesinos del Music Hall, Ed. Siruela, Madrid, 2014, 310 pp.

Por Perla Holguín Pérez