Los escritores tras bambalinas
¿Qué hay detrás de los libros que uno lee con gusto y devoción, con avidez y pasión desmedida? ¿Qué se esconde debajo de una obra literaria que logra suscitar nuestro interés? Detrás de cada página escrita hay una serie de episodios que configuran la vida de un autor y que pueden resultar tan dignos de atención como para recrearlos e incluirlos en una nueva obra literaria que sea, a la par, flor y espejo de la anterior. Debajo de la literatura hay siempre más literatura. ¿Quién podría negar, por ejemplo, que la vida de Cervantes fue en sí misma una gran novela, tan intensa y estimulante como las escritas por el propio manco de Lepanto? ¿O quién podría decirnos que la vida de Shakespeare no se asemeja a una perfecta novela de misterio, de esas que cuesta trabajo soltar una vez comenzada su lectura? Vida y literatura se tocan demasiado como para ser polos opuestos. Así como todos, en mayor o menor medida, tenemos vivencias que merecen figurar en un libro, así los libros guardan historias secretas, ocultas, que resultan decisivas a la hora de conquistarse un lugar en el mundo.
En “La noche en que Frankenstein leyó el Quijote” Santiago Posteguillo, reconocido autor de novelas históricas, se ocupa de esas pequeñas grandes anécdotas que, sin quererlo, han cambiado el rumbo de la literatura universal y logrado que un puñado de obras maestras lleguen a nuestras manos. En breves pero sustanciosos capítulos, Posteguillo nos cuenta, por ejemplo, el origen del orden alfabético inventado por Zenodoto después de que Tolomeo II, rey de Egipto, lo invitara a hacerse cargo de la desbordante biblioteca de Alejandría; o los planes del dramaturgo Christopher Marlowe, autor de “La trágica historia del Doctor Fausto”, para simular su muerte, luego de convertirse en un agente secreto al servicio de la corona inglesa; o la posibilidad de que Don Diego Hurtado de Mendoza sea el verdadero autor del “Lazarillo de Tormes”; o las penurias económicas de Sir Walter Scott, uno de los precursores de la narrativa histórica, que ya no logró ver sus deudas saldadas gracias a las jugosas regalías de sus libros; o aquella famosa velada suiza en casa de Lord Byron en la que, de la mano del “Quijote”, la tenaz Mary Shelley concibió y escribió su celebrado “Frankenstein”.
Pero detrás de los libros no sólo hay historias chuscas o curiosas sino francamente conmovedoras que, por ello mismo, merecen saberse. Historias que valen no sólo porque involucran a autores de fama mundial sino porque reflejan que nadie, por muy genial que sea, puede sustraerse de los vericuetos de la condición humana. Bajo este tenor, Posteguillo nos comparte, por ejemplo, la tozudez de José Zorrilla luego de ser desairado en su juventud para ocupar una silla vacante en la Real Academia Española de la Lengua y la belleza de su discurso de recepción escrito en verso; o la frustración de Maquet, un negro literario al servicio de Dumas y autor secreto de muchas de sus obras, incluida “Los tres mosqueteros”; o la historia detrás del matrimonio de Dostoievski con Anna Grigorievna Snitkina, una joven taquígrafa contratada por el maestro de Petersburgo para capturar, en 26 días, una nueva novela (“El jugador”) exigida por el editor Skellovski tras facilitarle los 3000 rublos que lo librarían de las deudas contraídas por su invencible ludopatía; o el rechazo categórico de “Orgullo y prejuicio”, la primera novela de Jane Austen, a manos de los editores Cadell; o las peripecias de Sir Arthur Conan Doyle tras matar a su personaje más querido, Sherlock Holmes, y las miles de cartas de sus lectores que lo obligaron a rectificar; o la crónica de los manuscritos confiscados por la Gestapo que Kafka le entregó a Dora Diamant cuando se encontraban en un sanatorio para tuberculosos en Kierling; o el fracaso editorial de la novela póstuma de Julio Verne, “París en el siglo XX”, encontrada por su bisnieto en 1989 mientras limpiaba una de sus antiguas residencias.
Así, pues, “La noche en que Frankenstein leyó el Quijote“de Santiago Posteguillo es un libro bien documentado y entretenido que nos demuestra que los grandes autores de la literatura universal también fueron seres de carne y hueso que, tras bambalinas, no se distinguían demasiado del resto de los mortales.
– Santiago Posteguillo: “La noche en que Frankenstein leyó el Quijote”. México, Planeta, 2014, 230 pp.
Por Lobsang Castañeda
Mascultura 13-May-14