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Un hombre de madera

Rostro discreto de la ficción, la autobiografía dista mucho de ser el registro preciso y desinteresado de los acontecimientos de una vida. La memoria guarda recuerdos que con el paso del tiempo se van modificando, ya sea porque buena parte de ellos se pierde en las aguas del olvido o porque la recurrente tarea de traerlos al presente los va “perfeccionando” con elementos ajenos al contexto en el que surgieron.

Si hablar de uno mismo se trata, todos recordamos lo que queremos recordar y escribimos lo que queremos escribir. La verdad de lo recordado o lo escrito es secundario, ni siquiera importa, pues la reconstrucción literaria de una vida nos exige echar mano de lo artificial, de lo apócrifo, sobre todo para diseñar un trasfondo en el que nuestras vivencias puedan lucir mejor, mucho más contundentes y creíbles. La autobiografía trabaja con la credibilidad, no con la verdad. Es un acto de fe.

“Escenas de una vida de provincias” reúne los tres volúmenes que el escritor sudafricano J. M. Coetzee, galardonado con el Premio Nobel en el año 2003, dedica a sus memorias: “Infancia”, “Juventud” y “Verano”. Sobra decir que se trata de un autor magistral que, en efecto, parece no distinguir entre la realidad de sus recuerdos y la ficción a la que se abraza para presentarlos en forma de literatura. De entrada, en “Infancia” y “Juventud” se refiere a sí mismo en tercera persona, en lugar de primera, como si quisiera establecer una distancia entre su presente y su pasado, entre quien escribe y lo escrito, y entre su trabajo como escritor —independientemente de que el tema sea él mismo— y el personaje abordado. En “Infancia” y “Juventud” todo sucede en presente justamente porque ambos libros pueden ser leídos como si fueran novelas, como recuerdos novelados. La novela, se sabe, no tiene pasado: es una eterna oda al presente.

Con un tono singular, sombrío antes que melancólico, siempre aterido, Coetzee nos describe los años de infancia del niño John Coetzee en Worcester, pueblo al que su familia tuvo que emigrar debido a la falta de oportunidades laborales en Ciudad del Cabo. Nos describe, también, el extraño carácter de su padre, un ser inescrutable, callado y superficial, y la presencia tutelar de su madre, servicial y cariñosa, siempre al pendiente de las necesidades domésticas, lo cual, según recuerda Coetzee, la volvía detestable. Así, pues, no hay nada en común entre padres e hijo —a su hermano menor apenas si lo menciona—, nada los une, lo cual hace que sus primeros años en el colegio —con todo y la brutalidad de sus profesores y la ríspida convivencia entre las poblaciones afrikáner, inglesa y nativa—, sus primeros gustos y disgustos literarios, su predilección por las matemáticas, sus grandes temores e incipientes exploraciones intelectuales, sean observados por el lector a través de un gran bloque de hielo, siempre atados a una gélida atmósfera de soledad y silencio. Si algo nos muestra Coetzee en “Infancia”, la primera entrega de su autobiografía, es que donde hay silencio y soledad hay también obscenidad. Siempre con la sensación de estar fuera de lugar, de sentirse emplazado en un espacio extraño y lleno de comportamientos irracionales, el niño John Coetzee da sus primeros pasos en la vida como si fuera un explorador del lado más familiar y, por ello mismo, más oscuro del alma humana.

En “Juventud” Coetzee no cambia de tono y da cuenta de sus primeros impulsos poéticos y de su ardiente necesidad de convertirse en artista. Se trata, propiamente hablando, de una Bildungsroman o “novela de formación” en la que se incluyen, perfectamente amalgamados, recuerdos universitarios, laborales y afectivos. Con una sinceridad notable, Coetzee narra sus primeros escarceos amorosos y sus años como empleado de IBM en Londres, empresa en la que sólo cosechó tristeza y frustración. De igual manera, cabe destacar las muchas páginas que dedica a describir el carácter frío y reservado de los londinenses, tan frío y reservado como el carácter del joven John Coetzee.

En “Verano” la voz narrativa pasa de la tercera a la primera persona del singular, pero no es John Coetzee el que habla de sí mismo sino una serie de personajes que lo conocieron, trataron y, finalmente, se quedaron con una impresión a veces profunda o a veces superficial de su carácter. Aunque el trasfondo sigue siendo enteramente autobiográfico, ahora Coetzee es un célebre escritor galardonado con el Premio Nobel que acaba de morir y Vincent, el personaje que mantiene el hilo de la narración, un biógrafo en busca de testimonios, anécdotas y recuerdos. En “Verano”, hasta ahora la última entrega de sus memorias noveladas, Coetzee se vale de algunas voces ajenas para hablar de sí mismo. Las entrevistas imaginarias relatan sus primeros años de madurez, su necesidad de desarraigarse de Sudáfrica y deslindarse de su familia, su empleo como profesor auxiliar de inglés, su secreta vida de escritor, sus amores no siempre correspondidos y, sobre todo, las múltiples aristas de su carácter reservado y adusto. De hecho, la brasileña Adriana Nascimento le dice a Vincent lo siguiente: “Además, permítame confesarle que siento curiosidad por lo que le han contado las demás mujeres que hubo en la vida de ese hombre, si también a ellas les pareció que aquel amante suyo estaba hecho de madera. Porque, ¿sabe?, creo que ese es el título que debería poner a su libro: El hombre de madera”. Relatando una etapa de su vida desde distintas perspectivas, en “Verano” Coetzee redime y amplía la escritura autobiográfica, la lleva a un nivel superior que le permite extraer de los acontecimientos cotidianos una reflexión mucho más profunda y de alcances universales sobre la condición humana.

Nos encontramos, sin lugar a dudas, frente a un escritor extraordinario e imprescindible, cuya voz seguirá resonando cuando ya todos seamos simples recuerdos deformados por la ficción en la memoria de nuestros descendientes.

J. M. Coetzee: “Escenas de una vida de provincias”. México, Mondadori, 2013, 579 pp.   

Por : Lobsang Castañeda

Imagen:  Portada del libro "Escenas de una vida de provincias"
Mascultura 20-Nov-13