Secretos que todos llevamos dentro: CLARABOYA, de José Saramago
El secreto entre dos personas es una alianza en silencio. El de una sola persona puede ser una forma de protegerse. Estas líneas son un asalto a su privacidad. En este instante, desocupado lector, usted estará pensando en ese espacio íntimo de su memoria donde guarda imágenes, palabras y momentos bajo llave.
De manera parecida discurre Claraboya, del premio nobel José Saramago. Esta novela, recuperada después de 47 años tras habérsela concedido a una editorial que jamás la publicó, es una fisura que permite inmiscuirnos en la vida de los personajes en la ciudad de Lisboa posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Cada capítulo filtra una parte del mundo que compone la totalidad de la historia, que no es una, sino varias y a la vez la misma: el intento de sobrevivir. Silvestre, un zapatero que tiene más virtudes de filósofo viejo, quien vive con Mariana, su esposa que ha amado tiernamente toda su vida. Abel, el joven que se hospeda en su casa. Las vecinas Amelia, Cándida, Adriana e Isaura, el cuarteto de mujeres que verá su hogar sorprendido por suspiros que intentaron ahogar. Anselmo, Rosalía y su hija María Claudia, quien gusta de coquetear con diecinueve años a flor de piel y competir ciegamente con Lidia, amante de Paulino Morais, un empresario poco agraciado. Justina y don Caetano que tienen un martirio más que un matrimonio, de igual forma que Carmen y Emilio, padres del pequeño Enrique. Sus vidas están imbricadas por esperanzas y por desdichas, sucesos que van de la mano y abrazan la nostalgia de una tierra abandonada y familiares perdidos. Historias que pudieron haber sido, pero que el cruel destino no lo permitió. Historias como las de todos nosotros que guardamos para no presentarnos débiles ante los demás. Pareciera que es preferible proteger esos detalles privados con una fachada estilizada, bien cuidada y cerrada con candado.
La novela es un susurro al oído de sus lectores. Todos sus personajes, a pesar de ser vecinos, cruzan pocas palabras entre sí. Son sus experiencias los que logran un lazo más fuerte, sus padecimientos, sus tristezas. Por ejemplo, el sufrimiento doble de Justina, uno por el rechazo de su marido y el otro por la muerte de su hija. El desprecio mutuo entre Carmen y Emilio que Enriquito no logra entender, el pequeño hijo que tanto los une como los divide. El amor no correspondido de las hermanas Isaura y Adriana, uno que intenta ser sofocado dentro de las paredes de la casa. Secretos de un amorío relegado, de un inminente deseo de abandono y de un fuego interno que consume por la pasión. El hogar es un mundo que guarda el infierno personal de cada uno de los personajes, sus esperanzas y sus miedos. Es su reflejo y el lugar para aferrarse a una vida que es un muladar lleno de desgracia.
Claraboya se abre con ímpetu. Es una ventana a los años consecuentes a la gran guerra y lo que vemos son tiempos como los de hoy, tiempos que aún nos pesan y nos duelen, que nos encaran con fuertes golpes e inmensos anhelos de una mejoría que no se ve cercana.
Por: Rolando Ramiro Vázquez M.
Imagen: Portada del libro Claraboya de José Saramago.
Mascultura 25-Mayo-12