Entre el arte y ciencia, la firma de todas las cosas

Todo se puede etiquetar y clasificar, excepto un espíritu aventurero; esta parece ser la premisa de “La firma de todas las cosas” de Elizabeth Gilbert -autora de la exitosa “Comer, Rezar, Amar”. Esta novela es la historia de una época plena de descubrimientos que cambiaron la percepción del mundo conocido, en la que destaca la presencia de una protagonista entrañable. Es la historia de la ciencia al inicio del siglo XIX y la de Alma Whittaker.

“La firma de todas las cosas” da inicio mucho antes del nacimiento de la protagonista, con la apasionante historia de sus padres; elemento indispensable para entender la compleja personalidad y las motivaciones de Alma. Es también la historia de una aventura científica en los albores de un siglo lleno de asombros, un tiempo de cambios, de necesidad por el conocimiento. Es una bitácora de viajes que va desde Filadelfia hasta Tahití, Londres, Ámsterdam o Perú; en ella transitan personajes extraordinarios, intrépidos exploradores, naturalistas aficionados y muchos entusiastas que aportaron grandes contribuciones al progreso de la ciencia, quienes sin saberlo, dieron pie a la industria farmacéutica actual.

Este es el lienzo en el que el destino de Alma Whittaker parece escrito antes de nacer. Ella es hija de un explorador botánico de origen inglés, que con tenacidad y buena suerte logra remontar su pasado humilde; y de una holandesa de clase alta, cuyo talento para las plantas la convierte en compañera ideal de sus aventuras a través del mundo, en busca de nuevos especímenes capaces de cautivar la imaginación de académicos del cambio de siglo. Desde muy niña, la protagonista logra desarrollar una predilección por el estudio de los musgos, que la harán destacar en medio de una sociedad que desdeña a las mujeres de ciencia. Alma es educada en el libre pensamiento, logrando compartir tertulias con personalidades de la talla de científicos como: Henslow, Herschel, Lyell o el mismo Darwin.

Alma Whittaker, es el espíritu de una época luminosa, en el que la ciencia y la comprensión del universo luchan por erradicar el oscurantismo de tiempos pasados. Pero su entorno racional, pleno de certezas, donde no hay cabida para el pensamiento mágico y la superstición se verá sacudido por la presencia de Ambrose, un artista cautivador y hombre de profunda fe, la llevará a descubrir su lado espiritual, mostrándole un mundo en el que lo divino logra persistir.

Han pasado 12 años desde su novela anterior y Elizabeth Gilbert no decepciona al contar una historia emocionante, plena de descripciones botánicas –esta edición contiene algunas láminas de especímenes-, que nos permiten adentrarnos en las sutilezas de la evolución natural, reflejo del tiempo en que se encuentra situada, pero sobre todo de la experiencia transformadora que sucede al interior de cada personaje. Gilbert nos entrega una pieza muy lograda, de una prosa de sutil belleza y lectura ágil, con la que construye una historia atractiva y emocionante que no decepcionará a sus lectores habituales, y que conseguirá atrapar a muchos nuevos segidores, aquellos que buscan historias con emociones a flor de piel.

– Elizabeth Gilbert: “La firma de todas las cosas”.

MasCultura 19-dic-2016