ABECÉ DE REDACCIÓN. Una guía completa y accesible para escribir bien

Pese a su importancia, la redacción correcta y eficaz, que facilite en vez de entorpecer la comunicación por escrito, no parece ser una habilidad muy extendida, incluso entre quienes deberían manejarla al dedillo. Si bien se puede aprender a escribir bien leyendo, en muchos casos no basta con ello. Hace falta, en primer lugar, que los maestros dominen la redacción para que así puedan instruir con propiedad a sus alumnos; en segundo lugar, que se incorporen a los currículos escolares materias enfocadas en la redacción, de probada utilidad, y no bienintencionados talleres creativos disfrazados de cursos de redacción, carentes de mejoras prácticas en el ámbito que nos ocupa; en tercer lugar, entender que la adecuada expresión escrita no es un lujo, sino una necesidad para comunicarnos de forma más efectiva. Para probar este último punto basta con leer alguno de esos embutidos de palabras con que en ocasiones agredimos a  nuestros interlocutores por escrito.  Además de que son cansados de leer, impiden una comprensión cabal del mensaje, pues se prestan a innumerables equívocos.

Libros como el que hoy reseño intentan, remando contra la negligencia, contribuir de forma práctica a la mejora de nuestras habilidades como redactores. Su autor, Eric Araya, es un comunicólogo chileno afincado en México. Según nos cuenta la solapa de la obra, el designio de escribir Abecé de redacción le viene a Araya de su minuciosa observación de las gramáticas prescriptiva y descriptiva, y del estudio de la ortografía y gramática de distintas lenguas.

El voluminoso manual (tiene más de 600 páginas) consta de cuatro partes: la primera explica la necesidad de redactar bien, describe los distintos tipos de palabras (sustantivos, verbos, artículos, adverbios, etc.) y repasa las reglas de acentuación, entre otros puntos; la segunda describe las distintas partes de que está compuesta una oración (sujeto, predicado, complementos, etc.), discurre por las oraciones coordinadas y subordinadas, e indica los usos correctos de la coma, el punto, el punto y coma, los dos puntos, la raya, los paréntesis y las comillas; la tercera explica y ejemplifica conceptos como el párrafo, la descripción, la argumentación, el narrador, la exposición, el comentario y el estilo; por último, la cuarta parte funciona como apéndice y es el apartado más práctico del libro: revisa errores y vicios.

Quizá de la breve descripción del párrafo anterior pueda adivinarse mi principal reparo al libro: para ser un manual práctico es demasiado extenso y teórico. No niego que sea una valiosa obra de consulta; sin embargo, se asemeja más a una gramática que a un manual. En su afán de exhaustividad, el autor perdió de vista que su potencial lector estaría en busca sobre todo de respuestas concisas y claras a sus problemas de escritura, y no tanto de una morosa explicación del funcionamiento del español. Me parece que lo central del texto debió ser lo expuesto en la cuarta parte, mientras que la teoría debió ocupar un espacio menor y quedar en un discreto segundo término.

Por otra parte, no escapa el autor de los temidos errores. En la página 283 ejemplifica un posible uso del punto con estas dos oraciones: “Me hizo tanto daño, que ya no quiero saber más de él”; “La vi tan joven, que me dio envidia”. En ambos casos la coma es incorrecta, ya que según la Real Academia Española “no debe escribirse coma delante de la conjunción que cuando esta tiene sentido consecutivo y va precedida, inmediatamente o no, de tan (to) o tal”. En la página 493, Araya  afirma que “si la intención es referirse a alguien del género masculino, se debe emplear la palabra autodidacto” (las negritas son mías). En cambio, la RAE dice que “hoy es más frecuente usar la forma autodidacta también para masculino”. En la página 498, el autor censura el uso de “licúa” como conjugación en presente y tercera persona del singular del verbo licuar, pese a que la RAE lo admite: “es hoy frecuente, y también válida, su acentuación [del verbo licuar] como actuar: <Todo se licúa>”.

A pesar de los reparos, valoro el esfuerzo de Eric Araya por escribir un prontuario completo en auxilio de quienes se sienten extraviados a la hora de escribir. Si uno es capaz de hacer búsquedas eficaces en índices y discriminar la información útil de la secundaria, seguramente no quedará decepcionado ante este Abecé de redacción.

Javier Munguía
http://www.javiermunguia.blogspot.com/

Abecé de redacción de Eric Araya en Gandhi