El viajero y el historiador: Luis Alberto de la Garza sobre Carlo Vidua

México no siempre ha estado cayendo por el barranco que ahora tenemos como horizonte. En algunos momentos de su historia ha logrado sobresalir, ha logrado ser concebido por la mirada extranjera como una sociedad ejemplar. Pese a sus contradicciones, México también ha conseguido ser un breve destello entre la penumbra.

Puntualmente, la gente se da cita en la Librería Gandhi Mauricio Achar. Las caras de viejos conocidos, que probablemente llevaban mucho tiempo de ausencia antes del reencuentro, se saludan efusivamente; dos pequeñas emulan a los mayores que las rodean, se abrazan y regresan riendo junto a sus padres. Las sillas dispuestas son insuficientes para la gente que no deja de llegar y saludar, poco antes de escuchar al doctor Luis Alberto de la Garza agradecer y comenzar con la presentación.

En la sala, acompañando al autor, se hallan Mario Ojeda e Isabel Arregui, quienes platican sus impresiones como lectores. Isabel, guiada con la lectura del libro que debuta, “Carlo Vidua: un viajero por la libertad” (DOCE Ediciones), compara al viajero italiano, Carlo Vidua con Alexander von Humboldt, quien vio gran potencial en nuestro país para un rápido crecimiento: “¡Pobre Humboldt! -exclama Isabel- ¡Si supiera que aún seguimos esperando ese crecimiento!”.

Por su parte, Mario Ojeda habla de la tarea del historiador, cuyo objetivo es parecido al de armar un rompecabezas con piezas ocultas y faltantes. Por suerte, la complejidad se disipa por la cualidad bibliófila, ahora refiriéndose a su colega Luis Alberto, e incluso bibliófaga. Bromea: nos invita a leer el libro, antes de salir en estampida por alguno de los únicos cuatro ejemplares que hay en la librería, de momento.

Llega el turno del autor. Agradece a sus amigos entre aplausos y abrazos. Comienza recordando que hace treinta años fue cuando lo colocaron tras la pista de Carlo Vidua, poco antes de concluir su estancia de investigación en Italia. Así como el italiano, Luis Alberto también viaja, sólo que éste entre los recuerdos, para compartirlos en viva voz, que guarda del recorrido al que lo llevó la escritura.

Hay algunos pasajes memorables. Comenta la decisión de Vidua de no escribir en su lengua: “el italiano no existe ni en Italia”, por eso se inclinó por el francés. El partidario por la unidad italiana reconoce que en su país aún no existe una lengua para la unificación. Más difícil aún: reconoce que no hay un modelo base para la utopía unitaria. La Revolución francesa muy pronto desencantó a los pro-revolucionarios de otros países y los Estados Unidos fueron otro prototipo caduco. Vidua, de entre sus viajes, halla un país parecido a Italia; un país que transita por un periodo bélico y que, ante los ojos del viajero italiano, conforma el ejemplo que buscaba: México. Son algunos de estos textos sobre nuestro país los que sí están escritos en un esbozo de italiano, justamente porque el público al que quería llegar Vidua era a sus coterráneos.

El gusto de narrar se transmite por las palabras del autor de “Carlo Vidua: un viajero por la libertad”, quien rememora sus peripecias en las bibliotecas, entre las páginas y los libros, tras un ir y venir por pasillos y escaleras: “Decirle a los bibliotecarios que tenían un libro de Vidua mal catalogado fue mi aportación a la academia de ciencias de Turín.”

La historia es un bello deporte de conjeturas, concluye Luis Alberto, entre aplausos de amigos, familiares y desconocidos que dejamos paso libre para las despedidas entre rostros que uno no sabe cuándo volverá a encontrar.

Por Rolando Ramiro Vázquez Mendoza     @LordNoa

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