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La sociedad de la información y sus laberintos

Las redes son estructuras abiertas. Una red es un conjunto de nodos interconectados… Las redes son estructuras abiertas, capaces de expandirse sin límites, integrando nuevos nodos mientras puedan comunicarse entre sí, es decir que compartan los mismos códigos de comunicación.

Una estructura social que se base en redes es un sistema muy dinámico y abierto, susceptible de innovarse sin amenazar un equilibrio…

Manuel Castells, La era de la información, volumen 1,  “La sociedad red”

Vivimos y nos reconocemos en ella, determina hábitos, contextos y posibilidades personales y colectivas, nos envuelve y delimita: sin embargo no nos hemos puesto de acuerdo para definir la Sociedad de la Información, dicen algunos, la humanidad podrá superar atrasos económicos y sociales. Desde otras perspectivas, es entendida como una ideología que pretende legitimar un statu quo supeditado a los intereses políticos.  

Con frecuencia decimos que en internet extraviamos la noción del tiempo, solamente porque las horas y los minutos se nos van como si fueran de arena sino porque, a menudo, dejamos de advertir que nuestros horarios son distintos a los de muchos de los países en donde han sido elaborados los contenidos que apreciamos en la Red. Podría decirse que en internet convergen todos los husos de horarios. Pero es mas atinado reconocer que el tiempo en la Red, adquiere parámetros distintos de los convencionales. Los horarios han quedado tan marginados

Hablar, opinar, ayudar incluso engañar.  

Es posible que, en el mundo contemporáneo, no exista espacio en donde la solidaridad se practique de manera más frecuente como sucede en internet. Las formas de colaboración en la Red van desde la donación de dinero para causas altruistas hasta la ayuda mutua que se proporcionan a diario millones de usuarios.

Los caminos de la Sociedad de la información no van en línea recta Tecnológica y contenidos, usos e intereses, se entrecruzan constantemente para producir los artefactos y mensajes híbridos que acentúan la convergencia de la Sociedad de la Información.    

“En 1996 se publicó mi libro La nueva alfombra mágica. Usos y mitos de Internet, la Red de redes  que fue uno de los primeros textos que, en castellano y desde una perspectiva hispanoamericana, buscaba comprender sin maniqueísmos las transformaciones, así como las insuficiencias, de ese ahora imprescindible recurso de información. Viviendo en El Aleph continúa aquellas reflexiones pero ahora en un contexto más amplio y exigente. La discusión y la elaboración sobre estos temas, tanto en el campo de la academia como en la prensa y desde luego en la misma Red, resulta ahora varias veces más prolífica, polémica y profusa de lo que era en la década anterior. Entre las mejores secuelas de aquel libro estuvieron las reacciones e interlocuciones de numerosos colegas en España y América Latina. Todavía ahora con alguna frecuencia recibo comentarios de jóvenes y estudiosos que lo han leído. Mis correos electrónicos están abiertos para mantener ese intercambio, ahora con motivo del presente libro”.

“Las referencias a Jorge Luis Borges  comenzando por el título, son algo más que homenaje y coartada literaria. No he sido el primero ni seré el último que encuentra en la obra de ese gran autor alusiones que nos permiten reconocer, anticipados, algunos de los trazos básicos que definen ahora a la Internet y a la Sociedad de la Información. El Aleph borgiano es hermosa metáfora y precursor aviso no sólo de la vastedad fabulosa de la Red de redes sino, también, de sus contingencias y paradojas. En la Internet podemos asomarnos a lo que escriben, opinan, quieren, contemplan y proponen muchos otros andarines de las redes electrónicas. Pero nuestros pasos también son identificables y escudriñables. En las redes informáticas y en el consumo mediático en esta Sociedad de la Información, así como cuando transitamos por nuestras ciudades crecientemente imbricadas con sistemas de supervisión digitales, podemos ver pero también somos vistos. El Aleph contemporáneo no sólo nos brinda una variedad infinita de ventanas a las más diversas realidades y expresiones. Allí además podemos ser observados. Igual que en El Aleph de Borges”.

Viviendo en el aleph, la sociedad de la información y sus laberintos. Raul Trejo delarbre, Gedisa 

MasCultura  30-ene-017

 @U.A