Lista: Pásenle la botella a estos 7 escritores

El alcohol ha sido un personaje principal en la vida de muchos escritores… y también en sus obras, claro. Sin embargo, la relación personal que algunos guardan con las múltiples variedades del elixir, generan anécdotas de las que no siempre salen bien librados: fuente de inspiración, pero también de problemas, aquí recordamos a siete escritores que se mantuvieron cerca de la botella de donde surgió todo.

Jack Kerouac es uno de los escritores que no pueden quedarse fuera de una fiesta o una lista de escritores borrachos. El icono de la Generacción Beat, autor de En el camino, era un personaje que se paseaba ebrio y descalzo por las calles de Northport. Sin embargo, aunque Kerouac tuviera la costumbre de revisar minuciosamente sus manuscritos, el exceso de alcohol propició que su escritura se redujera peligrosamente. Finalmente, con pluma y cuaderno entre las manos, falleció de una hemorragia abdominal

John Berryman es un caso un poco más atípico. Nació el 25 de octubre de 1914 y llegó a ser un importante poeta estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, haber encontrado el cuerpo sin vida de su padre, después de suicidarse, le dejó una marca que no llegaría a sanar del todo. Su depresión y alcoholismo –llevaba una rutina de beber hasta un litro de whisky cada día, mientras escribía– le granjearon la reputación de ser un profesor de doble personalidad en la Universidad de Columbia. El 7 de enero de 1972 se suicidó saltando de un puente de la Avenida Washington, en Minnesota.

Juan Nepomuceno Carlos Rulfo Vizcaíno (Juan Rulfo) nació en Apulco en 1917, hace 99 años; fue registrado en Sayula y su infancia la recorrió en San Gabriel. Escritor, guionista y fotógrafo. Pedro Paramo y El llano en llamas forman parte de la historia de la literatura nacional. La Ciudad de México lo vio retirarse de este plano terrenal en 1986.

Clara, la musa de sus ojos y compañera de vida, tenía que encerrar a Rulfo con llave para que no bebiera por días, hubo ocasiones que lo encontraron desnudo durmiendo, pero porque siempre hay gente que se aprovecha de la situación para robar. En 1962, se sometió a terapia en el sanatorio La Foresta de Guadalajara, y parte del tratamiento consistía en sesiones de electroshocks.

Para Charles Baudelaire la poesía nace de una botella de vino y hay que emborracharse para no sentir el horrible fardo del tiempo. Baudelaire era más que una flor del mal. Dedicaba tiempo en experimentar con droga como el Hachís, las flores secas son sus cómplices; las sustancias aromáticas y azucaradas le producían sensaciones euforizantes y alucinógenas, que lo hacían escribir o dedicar algunas palabras como “El alma del vino” en Las flores del mal

Cantó una noche el alma del vino en las botellas:
‘¡Hombre, elevo hacia ti, caro desesperado,
Desde mi vítrea cárcel y mis lacres bermejos,
Un cántico fraterno y colmado de luz!’

Truman Capote tenía ciertos excesos en la vida y siempre pasaba las noches en los lugares bastante peculiares. Se dice que comenzaba a beber café o té por la tarde-noche y más tarde comenzaba a beber martinis. Escribió A sangre fría con unos cuantos tragos de más. Usaba drogas como soporte creativo y fiestero; no obstante, años después el cáncer de hígado cobraría de las suyas, cuando a los 59 años de edad a Capote le arrancaron el último respiro.

“Pero entonces, en las primeras horas de esa mañana de noviembre, un domingo por la mañana, algunos sonidos sorprendentes interfirieron con los ruidos nocturnos normales de Holcomb… con la activa histeria de los coyotes, el chasquido seco de las plantas arrastradas por el viento, los quejidos lejanos del silbido de las locomotoras”. A sangre fría

Todo es muy sencillo cuando escribes una novela tan importante como Bajo el volcán, de Malcolm Lowry, una joya literaria básica en la vida y del suspenso de mantenerse en la ebriedad. Todo fluye bajo el descenso de lo etílico.

Esta novela está dividida en doce capítulos y, una vez reunidos, narran un proceso al infierno; te lleva a la muerte de protagonistas, narra las ultimas doce horas de la vida de Geoffrey Firmin, ex cónsul británico en Cuernavaca, México. Una historia que muchas veces se vive en la Ciudad de México. Lowry dejó el mundo el 26 de junio de 1957 por ingestión de alcohol y sobredosis de antidepresivos.

Nuestro último escritor con tendencia etílica es un autor mexicano que ya se ha mencionado en algunas otras ocasiones. José Revueltas, quien además de ser un militante e intelectual comprometido, fue un hombre débil frente a la bebida. Su hermana, la actriz Rosaura Revueltas, comentó en una ocasión que Pepe se propuso interminablemente, como lo llegaron a hacer sus hermanos Fermín y Silvestre, dejar la bebida por su salud y para poder concluir las obras que postergó. Lamentablemente, Revueltas falleció sin concluir todos sus proyectos, el 14 de abril de 1976.

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