READ MY FILMS, charla con Jonas Mekas

Son las 10:30 de la mañana del viernes 22 de febrero. El frío del auditorio de la planta baja del MUAC es reconfortante, después de haber sido asediado por el sol del invierno que concluirá en poco menos de un mes. Jonas Mekas, el cineasta lituano exiliado en Nueva York desde 1949, desciende por las escaleras. Evidentemente es un hombre mayor, con las marcas del tiempo en su rostro, pero que emana una fortaleza debido a que éste, asegura, sigue siendo su momento.

Se sienta y su mirada solemne, casi huraña, se troca en una sonrisa cuando Abril Alzaga, coordinadora ejecutiva de la Cátedra Ingmar Bergman, le habla desde un sillón. La charla inicia. El auditorio está casi lleno. Jonas Mekas comienza con una corrección de la descripción de su obra. “Yo nunca experimento, eso lo hacen los científicos”.

El micrófono viaja a cada uno de los interesados y Mekas se complace en responder. El lugar está abarrotado de cámaras de todo tipo. No sólo en el MUAC: vivimos en una época dominada por las pantallas, por la imagen frente a la palabra, y el cineasta enfatiza que en nuestra época “todos tenemos cámaras: en celulares, digitales o en computadoras. La diferencia entre todo lo documentado reside en lo que cada uno quiere”. En el caso del invitado, como una especie de antropólogo, dice que se dedica a filmar la vida real, “ya que la vida no puede dirigirse, más bien sucede”.

La charla continúa, un poco ahogada en el silencio mientras alguien se anima a formular la siguiente pregunta. Sin embargo, esto no evita que el cineasta responda contento, con risas, incluso, un poco guturales, roncas, después de un chiste. Varias de las preguntas apuntan hacia la poética del artista, la nostalgia, sus influencias o aquellas personas que han quedado atrás en su vida, que ha visto fallecer, porque puede ser que para alguien tan longevo sea más tortuoso vivir y ver cómo su mundo cambia beligerantemente y éste se lleva en una vorágine a todos sus conocidos, que estar del otro lado, del que uno ya es la ausencia del otro.

Jonas Mekas afirma que absolutamente todo ha influido en él, porque uno no tiene una o dos influencias, sino una infinidad de ellas. Afirma que todo lo que ha visto, todo lo que ha hecho, cada persona que ha conocido y su visita de hoy a México, dejaron y dejará una huella en él.

Mekas es un hombre de detalles. No le interesa la “grandiosidad” por la que se han obsesionado nuestros contemporáneos, sino los detalles, lo que es casi invisible. ¿Para qué filmar? ¿Para qué sobresaturar de imágenes un mundo regido por éstas? ¿Para qué escribir poesía, para qué pintar o componer música? Cada artista tienen la necesidad de crear, Mekas dice que cuando le formulan esta pregunta empieza a inventar respuestas, como rutina de cualquier artista frente a la prensa, los reporteros ríen, mientras Jonas se queda pensando y concluye que ahora filma para recordar rostros, necesita ver una cara varias veces para no olvidarlo, como la necesidad de un mantra que se repite, y se repite, y se repite para impedir que se desdibujen las líneas de lo que necesita ser recordado.

La charla concluye. Todos nos levantamos tras un fuerte aplauso y subimos a la exposición que presenta el MUAC de la obra del cineasta. Ahí, el hombre de casi un siglo de vida está del lado opuesto de su trabajo. Ahí, él se deja suceder tras las cámaras, tras los flashes, tras el muro de gente que lo filma y le pide autógrafos con sonrisas entusiastas. Intento acercarme, pero la marabunta humana es implacable.

Poco a poco se van unos. También Mekas se va, no veo a dónde, pero desaparece. Me pregunto ¿qué cantidad de recuerdos cargará un hombre tan grande? Cuántos rostros tendrá en mente, porque en vida ya no los volverá a ver, cuántos nombres, cuántas historias.

Si pensamos detenidamente, parece increíble todo lo que puede guardar una sola persona. ¿Dónde y cómo podremos apreciar tan asombrosa vida? Pienso en lo que dijo el gran Jonas Mekas al escuchar esa pregunta: “toda mi vida está en mis imágenes. Read my films”, porque en nuestra apantallante realidad hay que saber leer entre líneas y entre pixeles.

Por Rolando Ramiro Vázquez Mendoza.

Imagen: El cineasta lituano Jonas Mekas.
Mascultura 25-Feb-13