La tejedora del software que llevó al hombre a la Luna

La llegada del hombre a la Luna se relaciona con cohetes espaciales y astronautas, todos ellos hombres; rara vez con computadoras y mucho menos con mujeres. Para que Neil Armstrong posara su pie en la polvosa superficie lunar, además de horas de entrenamiento, mucho valor y de conjuntar la más avanzada tecnología de la época, fue necesario que el comandante de la misión junto con su tripulación operara una computadora que mediante un código pregrabado guiaría el Módulo Lunar hacia su destino.

Esa computadora llamada Apollo Guidance Computer (AGC) tenía por funciones, entre otras, controlar el vuelo y el alunizaje. Programar esta máquina en una época en la que el desarrollo de las computadoras apenas empezaba y no existía la ingeniería de sistemas fue responsabilidad de una mujer, Margaret Hamilton, directora de la División de Ingeniería de Software del Laboratorio de Instrumentación del Massachusetts Institute of Tecnology (MIT). Matemática de profesión, desde su llegada al mit, comenzó a programar de manera intuitiva con tarjetas perforadas y código binario. Con el reto de John F. Kennedy de llevar a un hombre a la Luna antes de que terminara la década de los sesenta, el trabajo de diseñar un código que no existía ni se parecía a ninguno creado hasta ese momento recayó en su equipo.

La labor fue tan ardua y requería de tantas horas de trabajo que muchos miembros del equipo terminaron divorciándose. Margaret Hamilton, casada, llevaba a su hija al laboratorio por las tardes, y era común que ésta se quedara dormida en el piso.

El código, como tal, fue tejido a mano con cables atados a anillos de metal, por lo que se le llamó Core Rope Memory. Cientos de mujeres se encargaron de tejer este entramado tan complejo que en caso de error tenía que empezarse desde cero, ante la imposibilidad de ubicar “la puntada” errónea que afectaba las instrucciones de la computadora. Debido a la relación del tejido con mujeres adultas, los ingenieros llamaban a esto LOL Memory: “Little Old Women”.

Durante la misión Apolo 11, mientras el módulo lunar descendía, se activaron dos alarmas, conocidas como 1201 y 1202. En el comando central de la misión en Houston nadie sabía qué estaba pasando, y se pensó en abortar el alunizaje. La situación no era tan seria como se creyó en ese trascendental momento: Margaret Hamilton había previsto que la computadora podría saturarse al efectuar más operaciones de las que su capacidad le permitía, por lo que instaló esa alarma para que los astronautas, con sólo apretar un botón, resetearan la computadora para que ésta realizara las operaciones importantes. Así, Neil Armstrong pudo caminar en la Luna.

Margaret Hamilton, además, acuñó el término ingeniería de software, y trabajó en todas la misiones Apolo, tripuladas y no tripuladas. A la llegada del hombre a la Luna, ella tenía treinta y tres años de edad.

A sus ochenta años, que cumple este mes —el 17 de agosto—, Margaret Hamilton encabeza su propia empresa de software, Hamilton Technologies, con sede en Cambridge, Massachusetts.

Nunca antes la humanidad le debió tanto a un buen tejido.

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