Editorial punk: Revista Lee+ número 100

El punk se sitúa entre la polémica de la estafa y la irreverencia. Para algunos fue un truco mercadotécnico maquinado por Malcolm McLaren y Vivian Westwood, para otros fue la válvula de escape de una sociedad que limitaba el actuar de la juventud. La historia soterrada del punk, para tantos más yace en su origen: no fue anglosajón, sino latinoamericano, y llevaba el nombre de Los Saicos.

Muchas son las dificultades que hay para definir de una sola manera lo que fue y lo que actualmente es el punk, así como sus múltiples vetas: cyber, post y hasta anarcopunk. Podemos aventurarnos a decir, mientras tanto, que es una actitud, una forma de afrontar la realidad y los problemas que ésta conlleva. Quizá lo menos punk es intentar encasillarlo en descripciones académicas.

No obstante, para esta edición, que no es cualquiera, sino ¡nuestro número cien!, decidimos lanzarnos por los caminos atropellados del punk. Primero nos recibe Humberto Beck, que explica el pensamiento de Iván Illich, intelectual anarquista que radicó una temporada en México. Antonio Ortuño, por otro lado, fue ganador del Premio Ribera del Duero con un libro de cuentos punks. Piro Pendas rememora su trayectoria con Dangerous Rhythm, y Bibiana Camacho expone las peripecias de su última novela. En la sección “El Librero”, Antonio Saborit nos da la bienvenida a un estudio que resguarda, además de libros, pequeñas joyas museísticas.

En las columnas, Karen Chacek nos presenta a un pequeño punky, dispuesto a derrocar monarquías; Raquel Castro delimita la delgada línea de similitud entre los sucesos que acaecen en la vida y la lectura. Leonora Esquivel expone el lado salvaje que hay en el interior de cada persona. Por otro lado, Ricardo Sánchez Riancho sugiere la lectura de un poemario poco común del escritor peruano Eduardo Chirinos, en el que echa mano de ciencia y poesía.

Entramos, más adelante, en el oscuro callejón punk por el que Xósem Amero guía una comitiva; a unos pasos de distancia, Armando Vega-Gil recorre las calles de la otra cara de Santa Fe, en las que los jóvenes cantan: ¡anarquía! No muy lejos de esos rumbos, Diego Herrera se centra en la influencia de este género irreverente en la literatura como principal objetivo, en tanto que César Cortés Vega desmenuza la esencia punk en un texto que es más bien una suerte de radiografía cultural.

A la distancia se escuchan coros, desde ¡anarquía en Reino Unido!, hasta la arenga de luchar contra, quizá no la ley, pero sí lo injusto, ya sea allá o en nuestro país, siempre y cuando se echen abajo las estaciones del tren al grito de ¡el punk no ha muerto!

Disfruta de Revista Lee+ número 100: Larga vida a la cultura punk