De Mente: "El Universo está en nuestras manos"
Cuando tenía cinco años de edad, escuchaba cómo se entretenía mi familia jugando Maratón. Deseaba adquirir conocimiento para poder jugar porque comprendí que el conocimiento para avanzar y ganar en el juego de la vida lo era todo. En alguna ocasión mi mamá sacó una tarjeta e hizo una pregunta que nadie respondió: “¿Quién fue el primero en rezar el padrenuestro?”. Yo respondí: “Dios”.
Mi abuelo me abrazó y me regaló un chocolate Mamut. Luego le pregunté: “¿Quién existió antes que Dios?”. “Él está en todos lados, es su propia memoria, en cada partícula tuya y del Universo”. Me contaba y me sigue contando esa infinitud de la energía creadora, que a su parecer viene del cosmos. A mi mamá cuando niña y después a mí, siempre nos trató de explicar cómo diferenciar los planetas de las estrellas a simple vista y con un telescopio, y a tener una relación con esta energía. Hoy se lo agradezco profundamente. El mundo era un lugar misterioso para mí, y aunque ahora tengo más certezas, lo sigue siendo, pero creo que tengo más herramientas para explorarlo.
La ciencia ha querido reducir el espacio, el territorio, poner nombres, dar explicaciones, medirlo todo. Desde el siglo XVI hasta el nacimiento de la teoría cuántica en la década de los veinte en el siglo XX, la física clásica estudiaba el comportamiento de aquello que podía ser observado e interpretado en los universos microscópicos y macroscópicos, trataba de explicar todo a partir de un punto de vista material. Estudiaba el movimiento de los cuerpos terrestres y celestes, los átomos y el magnetismo, la gravedad y la luz. La física cuántica y la teoría de la relatividad de Einstein estudiaron los fenómenos subatómicos y cósmicos. Dicen que no se puede definir la materia ni el tiempo con certeza, pues ambos se acogen a la interpretación del observador. La materia, por ejemplo, cuando no es observada, existe en diversas formas a la vez. Los científicos acaban de probar esto con la existencia de las ondas gravitacionales: los objetos hacen que el espacio-tiempo se curve, es decir, que las ondulaciones de energía de cualquier cuerpo en movimiento (incluyendo nosotros), distorsionan el tiempo y el espacio. Tomó cien años probar esta teoría. Es una nueva perspectiva para estudiar el Universo.
Según la física cuántica, coexisten diversas posibilidades u oportunidades hasta que una se hace real mediante la elección del observador. De esas múltiples ventanas que está hecho el Universo trata El ADN y la elección cuántica, libro de Kishori Aird, quien ha escrito sobre diferentes formas de sintonizar el vacío y conectar con una frecuencia de nuestra esencia o individualidad. ¿Para qué sirve la multidimensionalidad? Para transformar esta realidad material, que ha sido creada desde algún punto en el espacio. Si quisiéramos ver la paz en la Tierra utilizaríamos un método de física cuántica, la imaginación y el libre albedrío para transformar la manera en que pensamos y concebimos lo conocido hasta ahora.
Dice la autora que para cambiar un paradigma existe la necesidad inmediata de un cambio de programación genética. Nuevas elecciones, nuevos horizontes, nuevas frecuencias, nueva realidad. Somos como una televisión o radio que al meditar con intención sintoniza nuevas realidades, nuevas frecuencias vibratorias, adquirimos conocimiento, y así avanzamos. La ciencia cuántica propone el camino y tú pones la intención.
Al morir David Bowie, uno de los sentimientos e ideas que muchos de nosotros sentimos fue que un ser de otra galaxia bajó por un rato a compartir su arte, nos inspiró y se retiró en sus términos. Esa fascinación por el exterior, por adentrarnos en lo extraterrestre está presente en muchas manifestaciones de la cultura popular. Ahora puede ser morbo pero antes, unos mil años atrás, era la comprensión del todo. Me imagino a Merlín trazando caminos de la Luna y el Sol, y documentando sus influencias en las cosechas, o determinando qué y cuándo sería mejor enfrentar una batalla. En nuestro días, confundimos la Astrología con un juego reductivo de características de gustos y desatinos, con un estudio profundo de influencias energéticas. Existen cartas astrales que explican el mapa donde se trazan dichas energías, las buenas y las más complicadas, pero si uno verdaderamente cree que podemos cambiarlo todo porque tenemos un hermoso y poderoso libre albedrío, pues ¡a por ellos!, a hacer magia, a cambiar lo ya trazado, no somos Sísifo, encadenados a repetir un destino, todo es cambiable. El cambio y el conocimiento son fáciles de tener, mientras no nos asalte la duda. ¿Qué nos detiene de conocernos intrínsecamente?
Lo misterioso, el más allá es algo que nunca dejará de asombrarnos. Nos llenamos de más historias que tratan de probar que somos más que materia. El otro día veía un documental acerca de Volver al Futuro. La fascinación que esta trilogía ha creado en varias generaciones es increíble, ese gusanito, la curiosidad humana, que sale por donde puede, y que trata de evidenciar eso que aún no comprendemos humanamente. También me percaté que la película ya está fuera de secuencia espiritual, ya que si creemos en vidas pasadas, o que a través de la meditación podemos moveros a través del tiempo y el espacio, el viaje lo hace el alma y la mente. No necesitamos un hermoso Delorean, más que para admirarlo y recordarnos que siempre hay algo por explorar.
El Universo no es más que nuestra alma misma.
Por: Yara Sánchez de la Barquera Vidal.
MasCultura 28-mar-16