¿Cómo serán las bibliotecas del futuro?

Actualmente surgen alternativas para promover diversas rutas para encontrarnos con la literatura.
Así como el ritmo de las narrativas ha cambiado con el tiempo, las bibliotecas han tenido que adaptarse al nuevo orden de los tiempos. 

Si hoy, por ejemplo, uno agarra un libro de Tolstoi o de Proust, sentirá como ahí el tiempo pasa más lento… Como si los días y las noches del pasado hubieran estado hechos de horas más largas, más espaciosas.

Algo similar pasa con las bibliotecas tradicionales. El temple requerido para sentirse cómodo en una biblioteca enorme, silenciosa y solemne, es cada vez más escaso en nuevas generaciones. Con un poco de suerte, al igual que las pantallas no reemplazarán al libro impreso, las majestuosas bibliotecas del mundo no desaparecerán, pero están en vías de encontrar un complemento.

Un buen ejemplo es lo sucedido en el 2013 en la preparatoria Locke, en Los Ángeles. Debido a que los estudiantes dejaron de visitarla porque las enciclopedias polvosas no podían competir con la investigación en línea, decidieron transformarla en una “biblioteca del futuro”. En lugar de sillas alineadas y mesas tradicionales, el salón tiene asientos casuales; ya no hay reglas en contra de hablar y por lo tanto los alumnos pueden sentarse y trabajar juntos en proyectos e ideas. Ahora la biblioteca está viva de nuevo y los libros parecen invitar a la lectura. El proyecto es rebatible, por supuesto, pero está sentando bases para que otras escuelas hagan lo mismo y reaviven la curiosidad por la literatura, al tiempo que recuperan espacios olvidados.

También están surgiendo movimientos como el Little Free Library, que busca promover las coquetas sincronías entre un transeúnte y un libro. Dejan claro que muchísimas personas están abiertas al encuentro inesperado y casual con la literatura, al acto poético de tomar un libro gratuito de un estante autónomo y leerlo. Hoy cuentan con un registro mundial de librerías y además presumen la instalación de 15 mil ejemplares de distintos diseños.

Volver a otorgar el protagonismo al libro parece ser imprescindible. Ya sea en forma de una lectura vagabunda, sin casa y en circulación, o el desolemnizar los espacios tradicionales de lectura. Lo importante es que la literatura esté allí, como la vida misma, sin que necesariamente haya trámites de por medio y sin importar qué formato la contenga. La biblioteca del futuro, parece ser, no tiene bibliotecario.

Con información de Fanea Aleph.

MasCultura 25-nov-2016