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Lucha de titanes entre James Joyce y Butler Yeats

No todos los encuentros entre escritores son diálogos amistosos de los que podemos aprender, algunas veces se convierten en momentos incómodos y competitivos entre los comensales, sobre todo si son tan seguros de sí mismos y ostentosos como lo era James Joyce.

Nació en Dublín el 2 de febrero de 1882. Fue educado en el seno de una familia católica irlandesa, lo que tendría repercusiones en algunas de las actitudes del futuro escritor. Durante su infancia vivió acomodadamente, pero el despilfarro y alcoholismo de su padre orilló a la familia a peligrar económicamente. En cierta ocasión le preguntaron a Joyce qué había significado su progenitor para él, a lo que respondió: “Una ruina”.

James Joyce le temía enormemente a los perros y a los truenos. En cierta ocasión, de niño, mientras jugaba en la playa, fue atacado por un perro callejero que lo mordió en la barbilla, lo que desencadenó una fobia hacia aquellos animales. Sin embargo, el miedo a los truenos fue más una consecuencia de la educación católica que recibió, la cual le inculcó que eran la manifestación de la ira de Dios. Ya de adulto, en otra entrevista, le preguntaron sobre este último miedo; su respuesta fue: “A usted no lo educaron en la Irlanda católica.”

El ego de James Joyce era mucho más grande que su mismísima obra maestra, “El Ulises”. Incluso, con respecto a este punto, llegaron a afirmar que Joyce pertenecía a una rarísima clase de autores que sólo escribieron obras maestras. La vanidad del novelista era tal que, durante un encuentro con Butler Yeats, se burló constantemente de él y su obra. Hacia el final del evento, Joyce le dijo: “Nos hemos conocido tarde. Es usted demasiado viejo para que yo pueda ejercer influencia alguna.” Yeats se contuvo y no dijo nada, hasta tiempo después que escribió sobre el narrador: “En mi vida he conocido a nadie con un talento literario tan nimio y una vanidad tan colosal.”

El 13 de enero de 1941, apenas 2 años después de la muerte de Yeats, acaecida también en enero, James Joyce falleció. Hoy recordamos a este enorme escritor que nos dejó también obras enormes, no sólo en extensión, sino en importancia.

Con información de: “Vidas secretas de grandes escritores” de Robert Schnakenberg

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