Will Fowler: todos fueron patriotas

Will Fowler: todos fueron patriotas

José Luis Trueba Lara

La llegada a las librerías de una nueva novela de Will Fowler nos llenó de emoción. Los libros de este escritor, investigador y profesor, miembro corresponsal extranjero de la Academia Mexicana de la Historia, no dejan a nadie indiferente. Patriotas (Planeta, 2024) narra el conflicto de Francisco Cienfuegos, un joven mestizo que se une a las fuerzas insurgentes aun en contra de la voluntad de su familia criolla. Otros episodios históricos se desarrollan en esta obra, como la llegada al poder de Benito Juárez y el posterior segundo imperio mexicano. Si disfrutas la historia de México, las intrigas políticas y las luchas familiares, ¡se trata de la novela perfecta para ti! Tuvimos la fortuna de conversar con el autor para traerte esta entrevista.

Will, tengo que confesarte que eres uno de mis historiadores preferidos. Tu biografía de Santa Anna es fundamental para comprender a este personaje y tu libro dedicado a la Guerra de Tres Años es absolutamente esclarecedor. Pero ahora nos sorprendes con Patriotas, una novela que narra la saga de una familia mexicana desde los tiempos de la guerra de independencia hasta el fin del imperio de Maximiliano. Permíteme comenzar con un par de preguntas indiscretas. Al final de Patriotas haces una confesión que me llenó de curiosidad. Has escrito siete novelas “esotéricas” que siguen inéditas… ¿de qué tratan? ¿Por qué siguen inéditas?

Cuando tenía 20 años, me veía a mí mismo como un novelista. No me veía como un historiador, pues la carrera que estudié en la universidad fue filología hispánica y arte dramático. Por esta razón, cuando hice mi doctorado tenía la idea de que, si lograba entrar a la universidad como profesor, tendría tiempo para escribir novelas. Ése era el plan. Lo que no sabía era que me iba a enamorar de la historia de México y que, al final, eso se convertiría en una gran parte de mi vida. Sin embargo, mientras investigaba y escribía sobre México, continuaba escribiendo novelas. Lo que pasa es que nadie quería publicarlas. Seguramente tenían algún tipo de defecto. Sin embargo, creo que dos de ellas se salvan y que, tal vez ahora que he publicado Patriotas, podré encontrar a alguien que se anime a editarlas. Cuando digo “esotéricas”, me refiero a que son más íntimas, a que ellas muestran un paisaje interior.

Estoy convencido que las novelas históricas poseen una extraña maravilla. Reinaldo Arenas, en El mundo alucinante, lo dijo de una manera hermosa que cito de memoria: “Ésta es la vida de fray Servando, como fue, como podría haber sido y como me hubiera gustado que fuera”. Todo parece indicar que la novela subordina la verdad histórica a la verdad literaria. Por esto te pregunto: ¿qué se siente brincar de un campo a otro?, ¿cómo le haces para dejar de ser historiador y convertirte en novelista histórico?

La literatura te da una libertad que la historia no te otorga. Como historiador serio, tienes que seguir las fuentes. Puedes asumir que una figura histórica estaba furiosa después de perder una batalla, pero, si no tienes un documento en el que lo exprese, no puedes afirmarlo. Se trata de una especulación, una fantasía, imaginación. Sin embargo, la literatura te da esa libertad, y quizás esa libertad te ayuda a descubrir otra verdad histórica.

En una novela como Patriotas, pude vivir un poco del siglo xix a través de una familia y sus diferentes generaciones. Esto me permitió apreciar, quizás de una manera que como historiador no había logrado, la cantidad de guerras que hubo y cómo estos conflictos afectaron la vida de las familias, sobre todo si algunos de sus integrantes eran militares. Como historiador he visto cómo evoluciona la gente, cómo evolucionan las figuras históricas. Pero, ¿qué significaban estos hechos para las personas comunes? Sólo si tuvieras los documentos de toda una familia sería posible entenderlo desde la perspectiva de un historiador. Pero con la novela puedo mostrar cómo el hijo se convierte en sacerdote, el nieto en soldado o pintor, y cómo cada uno de ellos reacciona ante esa realidad. Esto es lo que permite la literatura.

Estoy de acuerdo contigo y, en este sentido, lo que más me gustó de Patriotas es que no caes en la tentación de dar clases ni de ser un historiador…

Lo primero que me ayudó es que la familia que protagoniza Patriotas es absolutamente imaginaria. Pero también hay otros aspectos. Durante la escritura del manuscrito, hubo momentos en los que sentí la necesidad de explicar lo que había sucedido y tuve que recordar que una novela no se explica. El autor tiene que mostrar los hechos y, gracias a ello, el lector construye su interpretación.

También me ocurrió algo fundamental: al principio la novela sólo estaba dedicada a la guerra de independencia y mi plan era que, si funcionaba, continuaría la saga a la manera de los Episodios nacionales de Galdós. Sin embargo, mi editor me convenció de que debía escribir toda la saga familiar en un volumen. A él le debo que este libro sea lo que es. Y en ella se escuchan los ecos de varias novelas de aquella época. Patriotas tampoco existiría sin Manuel Payno y Los bandidos de Río Frío o sin El fistol del diablo, una de mis novelas preferidas.

Otra de las cuestiones que marcan las páginas de Patriotas es la violencia en todas sus formas…

Sí, y eso es lo extraordinario del siglo xix en México: su violencia a flor de piel. Lamentablemente, ésta sigue presente hoy en día, pero en la novela se trata de una violencia política que también aborda el tema de aquellos dispuestos a dejar todo para luchar por una causa. En el fondo, todos eran patriotas sin importar el bando político en el que militaban. +