Rosario Castellanos, una voz fuerte

Rosario Castellanos, una voz fuerte

Es una de las escritoras mexicanas más reconocidas a nivel nacional e internacional. Nació el 25 de mayo de 1925, se graduó de maestra en filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1950 y más tarde en la Universidad de Madrid llevó cursos de estética y estilística. Combinó su labor creadora con la promoción cultural, la docencia, el periodismo y la diplomacia. Incursionó con éxito en la novela, el cuento, la poesía y la dramaturgia. Obras como Balún Canán, Oficio de tinieblas, Álbum de familia o Poesía no eres tú son indispensables en la literatura mexicana, pues dan cuenta de dos aspectos que hasta entonces no habían sido tratados literariamente o se habían trabajado con una perspectiva sesgada: la mujer y lo indígena. La escritora rehuyó las clasificaciones de indigenismo y feminista, pues su literatura abordaba ambas temáticas sin apegarse a un programa de ideas específico y sin idealizar a los personajes.

En respuesta a Alejandro Avilés sobre la poesía, Rosario Castellanos responde: “He oído decir que la poesía se hace sólo en ratos de ocio. Yo rechazo esta afirmación porque vivo de la poesía como un oficio, y su importancia es rescatar del naufragio que es el tiempo, el olvido y la muerte, a todas las cosas que nos rodean”. En efecto, la obra poética de la chiapaneca es una indagación constante sobre la condición humana, con un acento especial en la condición femenina, pero igualmente universal, un intento por conservar la vida que de otro modo se nos iría entre las manos.

La labor de Castellanos también abarcó la traducción de poemas de Emily Dickinson, Paul Claudel y Saint John Perse, cuyas versiones fueron incluidas en Poesía no eres tú. De la poeta norteamericana la escritora chiapaneca destacó que “los seres pequeños y desvalidos son rescatados con frecuencia en sus poemas”, rasgo que también se encuentra en la obra narrativa y poética de la autora mexicana si recordamos que en su época la mujer y el indígena apenas eran tomados en cuenta.

La autora cultivó con empeño y rigor la escritura creativa y periodística: dejó un sinnúmero de colaboraciones en periódicos y revistas. En su época no recibió la atención que merecía, sin embargo, después de su muerte los estudios sobre su obra, el reconocimiento de sus ideas y compromisos, el interés de los lectores por sus libros ha ido en ascenso. Murió en Tel Aviv, el 7 de agosto de 1974, mientras ostentaba el cargo de Embajadora de México. Sus restos fueron traídos a la Rotonda de las Personas Ilustres. +