Para leer entre líneas: LO QUE NO ESTÁ ESCRITO
Dice Kafka en sus Diarios que “lo que no está escrito centellea ante los ojos y el juicio de conjunto depende del azar óptico”, lo cual significa que aquello que no vemos, aquello que no nos es evidente, puede presentarse muchas veces bajo la forma de una ocurrencia relampagueante que no siempre alcanza la consecución lógica, pero que es capaz de reordenar los hechos una y otra vez, dándoles un nuevo peso específico. Es decir, que lo invisible de alguna manera completa y modifica lo visible, lo vuelve otra cosa y, al mismo tiempo, lo reafirma. Con más jactancia que rubor, Perogrullo diría que somos, ante todo, animales de teorías, conjeturas y suposiciones. Animales que registran, trastocan y reinventan historias que pudieron, en efecto, no haber ocurrido como ocurrieron.
Esa ambivalencia entre lo que se ve y lo que no se ve o entre lo que es y lo que se supone, es el mecanismo que subyace a todo thriller psicológico y está presente también en la nueva excelente novela de Rafael Reig, Lo que no está escrito, autor español que alcanzó notoriedad en el año 2006 con su Manual de literatura para caníbales, ensayo lúdico, didáctico y desmitificador sobre algunos escritores y obras imprescindibles de la literatura hispanoamericana de los siglos XIX y XX. Apelando a las bondades de lo que bien podríamos llamar “metalectura” —en donde alguien ocupa el texto que está leyendo para leerse a sí mismo y al mundo circundante—, Reig nos presenta un puñado de personajes que se deshacen en hipótesis y recurren a la corriente de sus propias conciencias interpretativas para tratar de explicarse lo que ya les pasó o les está pasando. Personajes que se desdoblan constantemente para inspeccionar algún episodio de sus vidas y atar cabos sueltos.
La trama, en principio, parece sencilla: Carlos y Carmen están divorciados, tienen un hijo adolescente llamado Jorge y no se llevan del todo bien. Jorge, según Carlos, está hecho a imagen y semejanza de su madre, es delicado e hipersensible, por lo que decide llevárselo de campamento un fin de semana con la intención de forjarle el carácter en medio de un paisaje agreste, lejos de Carmen y de las comodidades de la vida cotidiana. Carlos, además, acaba de terminar Sobre la mujer muerta, su primera novela —con lo cual se actualiza el juego quijotesco de una novela dentro de otra—, misma que le da a leer a Carmen, editora de oficio, durante dicho fin de semana. La novela está protagonizada por Antonio Riquelme, alter ego de Carlos —o, al menos, eso piensa Carmen—, y trata sobre el secuestro de Beatriz, una chica de buena familia que cae en manos de El Letrado (el jefe de la banda), El Tuercas, Almonds y el propio Riquelme, que busca ganarse el aprecio de su mentor a toda costa. Conforme Carmen avanza en la lectura cree encontrar una serie de sucesos en clave que de una u otra forma ahondan en su antigua relación con Carlos. Guiños, señales, avisos que parecen referirse a momentos específicos que ya habían quedado sepultados por el olvido. La escritura de Carlos suscita, entonces, la proyección de los propios deseos de su lectora, que va encontrando significados ocultos en una trama cada vez más sórdida, vulgar y sangrienta. De esta manera, es Carmen la que, al leer, manipula la novela de Carlos hasta volverla oráculo de su propia vida.
Así, pues, en Lo que no está escrito lo importante es lo que no se ve pero se percibe, lo que se lee aunque no esté en el papel. La trama se teje a partir de las elucubraciones de los personajes que se apoyan en la ficción para ordenar su propia realidad: Carmen reescribe la novela de Carlos, Carlos trata de configurar (de escribir) los pensamientos de Jorge, Jorge intenta hacer lo que Carlos piensa (o sea, leerlo), etc. En este sentido, Reig ha escrito una novela negra, que es al mismo tiempo una novela que aborda la importancia de leer entre líneas, que es al mismo tiempo una novela sobre las relaciones amorosas y las dificultades de la paternidad, que es al mismo tiempo una novela sobre la lectura y el acto de escribir, que es al mismo tiempo una novela sobre las posibilidades infinitas de la ficción.
Para acompañarla, por cierto, resulta recomendable Leer la mente, de Jorge Volpi, un libro de ensayos sobre el lector activo y la influencia de la literatura en la construcción de nuestra propia identidad.
Por Lobsang Castañeda
Imagen: Portada del libro Lo que no está escrito de Rafael Reig.
Mascultura 11-Abr-13