UNA FAMILIA DE TANTAS: El México que aún no cambia

La fábula es casi perfecta. De un lado, dentro de la casa, una familia que parece -y de hecho fue- convencional sigue las reglas de quien la ha fundado, reglas que ya para el comienzo de los años cincuenta están rebasadas y parecen rechinar a cada paso. Y es que del otro lado de la puerta hay un joven emprendedor que seguramente se ha mudado de la provincia a la capital, buscando una mejor manera de vivir, pero metaforizando también el rumbo de un México que dejaba de ser rural y que abrazaba la urbanización casi por mandato presidencial.

Esos son los dos planetas que don Alejandro Galindo con un tino que hoy envidiarían muchos guionistas, y con un tacto que provocaría berrinches en otros tantos directores, hizo que colisionaran en una de las mejores películas que el cine mexicano ha lanzado al mundo en toda su historia. Con esa metáfora, la del México pre revolucionario que en su propia casa le ve la cara al México de la modernidad, Alejandro Galindo detona reflexiones que alcanzan una profundidad de espanto pues, mucho más allá de los cambios a los que México se forzaba a alcanzar, hay también reflexiones de género que no han dejado de tener actualidad.

La hija del respetado y estricto padre se enamora perdidamente del joven vendedor de puerta en puerta que viene a encarar al pasado conociéndolo pero apuntando al futuro. Sin embargo, Galindo, esquivando la salida fácil que era "romeoyjulietizar" su historia, hace que las reglas de la familia tiemblen ante la decisión de la chica por conseguir lo que quiere. Ahí, Una familia de tantas se apropia de la voz de las mujeres mexicanas que entraban a la nueva década y que pedían igualdad sin necesidad de marchas feministas, respeto sin necesidad de dramas oscuros y libertad sin necesidad de panfletos audiovisuales. Melodrama puro y bien estructurado.

Sin embargo, sabiendo que en ese momento el discurso la colocaba a la vanguardia, al revisarla hoy y como toda buena película nos coloca en la retaguardia. Al encontrar de nuevo la mirada retadora de la hija, al detectar el olor a rancio del padre, al ver el entusiasmo casi prohibido del joven, es inevitable tratar de medir lo mucho que ha avanzado este país desde entonces. El resultado es muy poco alentador: solamente acercándonos al debate de género encontramos que sesenta años después el machismo en México sigue ahí, agazapado y oculto, incapacitando a muchos a señalarlo y en consecuencia a desecharlo. Si seguimos explorando en la “aferración” al pasado “conveniente” y la negación de un futuro para los jóvenes, veremos también que es hora (o debería serlo) de empezar a caminar más rápido porque no hemos avanzado casi nada.

Las buenas películas no solamente le hablan a la gente de su tiempo. Nos declaran la guerra haciendo notar lo mucho que debimos haber cambiado respecto a los errores de sus tiempos, y dejan claro el error de no haber tomado esa iniciativa. Una familia de tantas, entre muchas otras cualidades, tiene esa y la ejecuta con una precisión avasalladora.

Por: Erick Estrada www.cinegarage.com

Una familia de tantas de Alejandro Galindo en Gandhi

Imagen 1: Fotograma de la película Una familia de tantas de Alejandro Galindo.
Imagen 2: Portada de la película Una familia de tantas de Alejandro Galindo.
Mascultura 21-Dic-11