El regreso de James Bond

001. Todos conocemos a James Bond. Lo hemos visto en la pantalla grande, con el rostro de diversos actores, algunos malos, otros no tanto. Recordamos su porte refinado y distinguido, su valentía e inteligencia al servicio de la corona inglesa, su armamento inusual y efectivo, su predilección por las mujeres hermosas y su pericia para eliminar a criminales peligrosos y frenar conspiraciones internacionales. Pero olvidamos que, antes de ser un personaje de cine, Bond era ya un héroe de papel creado por el periodista y espía británico Ian Fleming, quien en 1953 publicó el primer thriller protagonizado por el Agente Especial 007 “con licencia para matar”: “Casino Royale”.

002. En varias ocasiones los herederos de la franquicia Bond han encargado a escritores de reconocido prestigio la creación de nuevas aventuras protagonizadas por el 007. Historias originales que, sin embargo, continúan resaltando los rasgos característicos del personaje. William Boyd es el autor más reciente contratado para dicho fin. En “Solo” Bond actúa movido, primero, por la conciencia del deber y, segundo, por su propio deseo de venganza tras verse traicionado y al borde de la muerte. La misión encomendada por M es solamente el punto de partida para que Boyd, con la destreza narrativa que lo caracteriza, nos presente a un James Bond atormentado por sus recuerdos en el frente de batalla durante la Segunda Guerra Mundial y sometido siempre al amor efímero, el disfraz y la suerte.

003. Haciéndose pasar por un periodista de la Agence Presse Libre, Bond es mandado a Zanzarim, un pequeño país africano recién independizado que atraviesa por una guerra civil entre las tribus lowele y fakasa por el control de un vasto depósito de petróleo recién descubierto, con la encomienda de infiltrarse en el círculo íntimo del general Adeka, líder fakasa y máximo responsable de la violencia e inestabilidad sufrida por una sociedad cada vez más castigada por la hambruna. En medio de una atmósfera enrarecida, el Agente 007 arribará a Sinsikrou, capital de Zanzarim, con la intención de contactar a un tal E. B. Ogilvy-Grant, jefe de la central de inteligencia británica en dicho país, que le ayudará a acercarse a Adeka para eliminarlo. Sin embargo, lo que parece una misión de rutina se vuelve un verdadero embrollo en la medida en que Bond va descubriendo que detrás del conflicto bélico se encuentran las grandes potencias occidentales pugnando por el oro negro africano.

004. En diversas ocasiones Bond se enfrentará a Kobus Breed, el villano de la historia y jefe de los mercenarios blancos que Hulbert Linck, el cerebro financiero del general Adeka, ha contratado para apoyar al ejército fakasa en su lucha contra los loweles. Sobra decir que tanto Breed como Linck son personajes permeados por el misterio, que esconden intenciones siniestras detrás de su aparente vocación independentista. Poniendo en juego su vida, Bond tratará de descubrir las verdaderas intenciones que mueven a Breed y Linck en medio de una guerra ciega, absurda, en donde la línea del frente es tan imprecisa como la selva virgen que disimula las acciones de los dos ejércitos.

005. La muerte del general Solomon Adeka devela la cortina de humo construida por Breed con la ayuda de la hermosa E. B. Ogilvy-Grant, el contacto de Bond en Zanzarim. Esta traición desatará la ira del Agente 007 luego de ser herido y abandonado a su suerte en Port Dunbar, el búnker de los fakasas. Humillado y ofendido, Bond ignorará las órdenes de M y rastreará las operaciones de Ogilvy-Grant, Linck y Breed en Washington, ciudad a la que se han trasladado bajo el emblema de la sociedad altruista “Amigos de África”. Ya en Washington Bond descubrirá que Ogilvy Grant es en realidad una agente de la CIA, encargada de espiar a los aliados británicos en Zanzarim y de sabotear las operaciones de una banda de traficantes de heroína dirigida por Breed. En suelo norteamericano, Bond dará rienda suelta a su ira y se encargará de aniquilar a Kobus en una escena escalofriante, digna de llevarse a la pantalla.

006. “Bond roció el ojo defectuoso de Breed, el que no podía cerrarse, con una espesa nube de gas, y oyó el alarido que le brotaba desde el fondo de la garganta. El brazo derecho de Breed estaba inutilizado, de modo que Bond le pisó el izquierdo para inmovilizarlo y contempló cómo se retorcía de tormento y pataleaba convulsivamente, mientras la potente disolución de capsaicina le quemaba el globo ocular. Breed berreaba como un bebé, y Bond le envolvió complacido la cabeza con una nueva nube de gas pimienta.”

007. Solo es una novela de acción, pulcramente escrita, que mantiene desde el principio el interés del lector. Una novela llena de personajes arquetípicos que, sin embargo, son utilizados por William Boyd para armar una trama en donde la sorpresa de último minuto define la naturaleza del crimen y la intriga geopolítica. En "Solo" el Agente 007 ha vuelto a las andadas y lo ha hecho de la mano de uno de los narradores más intensos de las letras británicas. Para beneplácito de todos sus seguidores, Boyd ha resultado un digno heredero de Ian Fleming y un notable representante del thriller literario que vale la pena leer.

– William Boyd: “Solo. Una novela de James Bond”. Traducción de Susana Rodríguez-Vida, México, Alfaguara, 2013, 329 pp.

Lobsang Castañeda 

Mascultura 18-Jul-14