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Entre la razón y una mujer

Resucitar a un muerto no es tarea fácil, pero tampoco imposible. También podemos ponerlo en los siguientes términos: darle un nuevo caso a un detective inolvidable, pero algo fuera de escena, es un trabajo sólo para alguien demasiado audaz. No hay razón para inquietarse: la literatura lo puede –casi– todo.

Philip Marlowe fue el gran detective creado por Raymond Chandler en la década de los treinta. En esta ocasión, tras algunos años de haber estado ausente se le ha dado un nuevo caso. Benjamin Black –seudónimo de John Banville–, a petición de los herederos de Raymond Chandler, nos ha traído la última misión que enfrentará Marlowe en “La rubia de ojos negros” (Alfaguara, 2014).

Esta novela presenta un doble problema para el ágil detective que increpa con comentarios corrosivos a cualquiera que lo enfrente. El primero es descubrir qué ha sucedido con Nico Peterson, un hombre aparentemente ocupado y supuestamente muerto en un accidente. El segundo es tener la mente clara y permanecer objetivo frente a la belleza que ostenta Clare –sin la i– Cavendish, la guapa rubia de ojos negros que contrata sus servicios para aclarar el misterio de su amante. Pronto surge una nueva pregunta en la mente del protagonista, viejo lobo que lleva años en el trabajo: ¿cuál es la urgente necesidad de resolver el enigma sobre la muerte de un hombre que no parece ser el “tipo” de hombre para una mujer como la millonaria Clare? La travesía en busca de pesquisas le costará sus buenos moretones a Marlowe.

“La rubia de ojos negros” es un caso que pone entre la espada y la pared al buen Philip. Dejar por las buenas el caso que parece no llevar hacia ningún lado y no volver a ver a Clare parece ser la espada que apunta directamente a su pecho. Marlowe prefiere ir contra la pared, chocar con ella varias veces hasta hallar un resquicio por el cual filtrarse. Las primeras grietas que encuentran son lo suficientemente contundentes para no abandonarlo –sin contar a la señora Cavendish–: al parecer el señor Nico anda haciendo de la suyas, fingiéndose muerto, mientras dos matones mexicanos van tras su pista. En efecto, cuando los asesinos a sueldo se encuentren con el detective privado no le dejarán un buen sabor de boca.

Sicarios, familias fragmentadas y envueltas en malas relaciones, corrupción, censura y manipulación de prensa, asesinatos y narcotráfico son parte de los ingrediente de esta nueva misión de Philip Marlowe. “La rubia de ojos negros” de Benjamin Black demuestra la destreza del escritor para traernos nuevamente la pericia ácida del detective, acostumbrado al ambiente de los ricos y que todo lo pueden –o creen poder–, siempre con el dinero.

"La rubia de ojos negros" es el regreso de un clásico de la novela negra para dejarnos claro que un buen detective jamás descansa, ni siquiera, más allá de la muerte.

Rolando Ramiro Vázquez Mendoza

Benjamin Black. "La rubia de ojos negros", México, Alfaguara, 2014, 327 pp.

Mascultura 14-Jul-14