El infierno personal

¿Alguna vez fuiste al baño por la noche y te encontraste con un extraño visitante? ¿Un insecto, una cucaracha o una araña? ¿Sentiste horror? ¿Pegaste un grito y le aventaste la chancla y luego, no conforme con ello, lo remataste hasta embarrarlo por el piso o la pared?

Seguramente te acordaste de aquella vez, aunque te gustaría decir que nunca te ha pasado, sobre todo cuando tu novia es quien lo encuentra y te obliga a que te hagas cargo, aunque en el fondo le tienes tanto miedo como ella. La verdad es que te embargó la paranoia y la siguiente vez que fuiste al baño miraste hacia todos lados solo para verificar que no hubiera otro más, y al regresar a la cama sentiste un cosquilleo sobre la piel que te hizo pensar que lo traías encima. Ahora imagina una araña grande, mortalmente venenosa, una migala.

La migala discurre libremente por la casa, pero mi capacidad de horror no disminuye”, así comienza el cuento “La migala” del escritor mexicano Juan José Arreola. Nadie puede negar la maestría literaria cuando se trata de hablar de Arreola, uno de los escritores más eruditos y precisos de la literatura. Arreola escribió pocas obras, entre las que figuran "La Feria" y "Confabulario", libro al que pertenece originalmente este relato. Para los lectores de Arreola, como para los que no lo conocen aún, será una agradable encuentro leer “La migala” acompañada de las ilustraciones de Gabriel Pacheco, un talentoso ilustrador que sabe explotar el simbolismo del relato arreoleano, con figuras que denotan el horror de tal compañía, pero más importante la representación de lo que significa la migala en el relato, la ausencia, la pérdida de Beatriz, la mujer amada.

Así, el terror no se limita a una noche, a un encuentro en el baño, el personaje lleva a la migala a su casa y la libera: “Entonces comprendí que tenía en las manos, de una vez por todas, la amenaza total, la máxima dosis de terror que mi espíritu podía soportar.” Transcurren los días sin saber si su huésped sigue ahí, si se habrá ido –tal vez como se fue Beatriz– o si lo está acechando, “pero en realidad esto no tiene importancia, porque yo he consagrado –dice el personaje– a la migala con la certeza de mi muerte aplazada”.

Esta edición revive así un cuento que se publicó hace más de medio siglo y que hoy como ayer sigue teniendo un efecto memorable en quien lo lee. Una vez que lo leas, querrás leer más de Arreola, porque así son sus cuentos, como una migala “con una presencia invisible”, pero detonante, esperando a ser encontrados.

Por Perla Holguín 

Imagen: Portada de "La migala", de Juan José Arreola.
Mascultura 26-Feb-14