LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET de Brian Sielznick, novela ganadora de 5 Oscares
En algún momento de nuestra niñez todos pensamos en dedicarnos a la magia. Compramos un mazo de cartas, aprendimos trucos, nos pusimos un sombrero y una capa. Había algo particularmente hermoso en creer que con un poco de técnica y el disfraz adecuado era posible simular lo prodigioso. Con esa misma fe, basta recordarlo, nos metimos años después al taller para escritores.
Y es que hubo una vez un mago que pudo intuir en un aparato novedoso, el juguete perfecto para producir milagros. El mago se llamaba Georges Méliès y el aparato aquel, el cinematógrafo. Supongo que han escuchado hablar de ambos. Méliès dirigió alrededor de 500 películas, inventó eso que ahora llamamos “efectos especiales” y luego cayó en el olvido. Para 1925, alejado ya de los espectáculos, se había convertido en un modesto vendedor de juguetes de la estación ferroviaria de Montparnasse. Ese año un periodista logra reconocerlo y comienza la revaloración de su genio.
La invención de Hugo Cabret cuenta la historia ficticia alrededor de ese redescubrimiento. Hugo es un niño que vive clandestinamente en la estación de trenes, dedicado a hurtar comida y dar cuerda a los relojes. No es algo que haga por placer: su padre murió en un incendio y él ha quedado bajo custodia de un tío borracho que lleva días sin pararse por el cuarto; lo que en términos legales sólo significa el orfanato.
La vida es algo complicada en esas condiciones, no obstante, Hugo mantiene una pequeña ilusión: reparar el autómata-escritor al que su padre había dedicado sus últimas semanas. El chico intuye –sueña, más bien- que aquella máquina podrá darle un mensaje póstumo, una vez que logre hacerla funcionar. Hay, sin embargo, un detalle: reunir todas las piezas que necesita el autómata representa en sí una aventura tan complicada como engranarlas. Para alcanzar ese cometido, Hugo roba juguetes del quiosco. Ése que atiende el viejo Méliès, entonces confinado a una vida apacible y anónima.
Todo va muy bien hasta que lo pillan. En el momento de registrar las ropas de Hugo para asegurarse de que no se lleva nada, el anciano queda muy impresionado con una libreta. En ella, los Cabret habían recopilado notas y dibujos precisos sobre el funcionamiento del autómata. El juguetero confisca el cuaderno, como si esas ilustraciones le dolieran de manera íntima.
Hugo está consciente que sin la libreta, la reparación del autómata es poco menos que imposible. Acude a casa del anciano. Ahí conoce a Isabelle, la niña que ayuda al juguetero y de la cual se vuelve una suerte de compañero de aventuras. (En realidad, ya sabemos lo que sucede cuando las chicas entran a escena: que aquella historia que creíamos pequeñita y personal se vuelve de repente en una trama complicada donde meten sus narices hasta los críticos de cine).
¿Qué son esos dibujos extraños y extraordinarios que guarda Papá Georges en un mueble de la casa? ¿Por qué no permite que la joven Isabelle asista al cine? Y finalmente, ¿qué significa esa “cara de la Luna” que el autómata ha dibujado a detalle, una vez que ha sido puesto en funcionamiento?, son preguntas que los chicos habrán de responder.
La invención de Hugo Cabret es algo más que un libro para niños y jóvenes sobre los inicios del cine. Es un intento por representar el prodigio de las primeras películas y el milagro de la ficción en nuestras vidas. Su lectura combina de manera efectiva la narración tradicional con hermosas secuencias gráficas en las que no se asoma palabra alguna, como para confirmar que existen todavía escenas que sólo pueden contarse en el formato de una película silente. Cierto, a estas alturas –y debido a la cinta de Martin Scorsese, ganadora de cinco oscares-, el misterio sobre la identidad de “Papá Georges” no causa ninguna sorpresa. Pero ahí radica también el encanto de este libro. Como en los actos de magia, sabemos la existencia de un truco, y aún así, no podemos dejar de mirar, maravillados.
Por: Eduardo Huchín (@eduardohuchin).
La invención de Hugo Cabret de de Brian Sielznick en Gandhi
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Imagen: Extracto del libro La invención de Hugo Cabret de de Brian Sielznick.
Mascultura 01-Mar-12