El club de los corazones solitarios

Hay sabios que dicen que cada hombre es una isla. En su último libro, “Kentucky Club”, el escritor Benjamin Alire Sáenz rescata la voz de los hombres que han vivido ese abandono: los inmigrantes, los hispanos que habitan Estados Unidos, aquellos divididos por la frontera norte de nuestro país.

Dos cosas unen a todos los cuentos de la antología: la soledad y las palabras. O, dicho de otro modo: la vida y la literatura. Entre sus páginas existe un retrato fiel de la realidad moderna de los hispano-americanos. No pocos cuentos conducen a la desgracia y no menos producen una honda tristeza en quien los lee. Estas narraciones pueden desatar la nostalgia de todos aquellos que han perdido algo porque, ante todo, el libro de Benjamin Alire Saénz es un libro sobre la perdida: del hombre sin amor porque su amor fue asesinado en Juárez; o del joven que descubre la muerte de su hermano y no sabe cómo traducir ese dolor.

Al desnudar a sus personajes, Saénz logra lo que muy pocos escritores: tocar el lado sensible que hay en nosotros, poner un espejo para que nos reconozcamos, hacernos partícipes, personajes de su ficción; llevarnos, al fin, al llanto y a la risa. Cumple así una ceremonia íntima entre el lector y el libro, y los une en un lazo de complicidad.

Pero el autor no olvida su compromiso de artista: atiende lo que todo creador debería atender, la realidad inmediata y los problemas que aquejan a los seres humanos de la actualidad. No ignora el horror del narcotráfico, tema fundamental en el diálogo México-Estados Unidos. La droga aparece como un telón de fondo, casi normalizada: se habla de ella sin la censura del tabú, aunque consciente de su peligro.

Preocuparse por el mundo del inmigrante es aceptar un deber con lo que más nos atañe: el bienestar de todos los hombres. La obra de Sáenz es una escritura que lucha contra el terror del odio. Por sus páginas pasa el espanto de la violencia, el dolor del hombre dividido por patrias y el inevitable choque de culturas que crea víctimas y victimarios. La palabra es un puente que cruza fronteras y límites, que atraviesa países y palabras. Es la literatura del solitario, del inmigrante, del segregado; pero es también una esperanza de no estar ya solo.

En el 2013, “Kentucky Club” obtuvo el premio Faulkner. Es fácil adivinar los motivos.

– Benjamin Alire Sáenz: “Kentucky Club”. México, Random House, 2014, 255 pp.

Por Jorge Puebla

Mascultura 05- Feb-15