El arte de los ruidos: "Los sonidos analógicos del punk"
Alan Vega fue un artista que emergió de un vasto bagaje cultural y social que le dejó la ciudad de New York.
Boruch Alan Bermowitz nació en Brooklyn, en 1938; desde temprana edad se familiarizó con acciones musicales; apreciando lo gris de su ciudad logró establecer un particular estilo en las artes plásticas contemporáneas, embellecidas por un contexto directo, impulsivo y canalizado en crear a una de las bandas más importantes de la escena punk; fue, asimismo, pionero de la música electrónica, primitiva, ácida, rasposa y agresiva con Suicide, propuesta difícil de entender en su momento.
Alan Vega fue pocos años menor que la estrella de Rock & Roll, Elvis Presley, y mayor que el camaleón David Bowie. Vega y Martin Rev fundaron Suicide en 1970, un dúo inspirado en los Stooges, que hace algunos años fueron acto soporte en sus conciertos por Europa.
Suicide te miraba de frente y se arriesgaba a provocar a los espectadores. Vega subía al escenario vestido estrafalariamente como un Kung Fu cowboy, con una cadena de moto arrastrándola por el suelo, provocando diferentes reacciones entre el público. El disco homónimo de Suicide salió en 1977 y es parte de la historia del rock.
Encuentro en el club:
Hace algunos años escuché una anécdota; me la contó Xavier Baviera, saxofonista y precursor del punk en México con su banda Hospital X, que ofreció una conferencia sobre la música industrial enfocada en proyectos seminales ingleses y estadounidenses; Suicide fue parte de la plática y al poco rato, una vez concluida, nos fuimos a comer a una feria de pueblo; teníamos en frente a una banda de norteño y me afirmó que eso lo hacía Alan Vega en sus primeros discos con la influencia de los vaqueros y de los sonidos Rockabilly. “Conocí a Alan Vega cuando llegué a New York en los ochentas; asistía a un Club cerca de donde vivía y un día entró un hombre, se sentó cerca de mí en la barra y comencé a recordar el rostro del primer disco solista de Vega; me acerqué un poco, dudoso, para preguntarle si era Alan: efectivamente, me dijo que sí. En ese momento le comenté que era su fan desde Suicide y que yo había comprado sus discos en México; me preguntó quién era y le respondí que Xavier Baviera y que había tenido influencia de su música, que yo grababa la mía en una casetera y me subía a cantar, pero los punks no entendían qué era eso; pero mi influencia venía, se lo reiteré, de Suicide y de Pil. Desde ese momento compartí amistad con Alan Vega y bueno, de vez en cuando me invitaba a sus conciertos.”
En el mes de enero se presentó por primera vez el icono del no-wave neoyorkino, Lydia lunch, junto con el músico Marc Hurtado, en el Cine Tonalá, dentro del festival Distrital. Su presentación fue tributo a Suicide en honor al legado de este dúo electrónico. Días después se presentó nuevamente el documental Infinite Dreamers, que realizó Marc Hurtado sobre la vida de Alan Vega y Martin Rev. Este año tuvimos tan cerca la presencia de Alan que imaginé que vendría a la Ciudad de México, un sueño inconcluso ya en este momento, porque el tiempo nos lo arrebató el pasado 16 de julio.
A la memoria de Alan Vega, quien tuvo una de las muertes más bellas al quedarse dormido en su cama.
Por Ulysses Avath
MasCultura 22-jul-16