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Miles de páginas de Kafka pueden ver la luz por vez primera

Miles de manuscritos de Franz Kafka (1883-1924), autor imprescindible del siglo XX, pueden ver la luz por vez primera tras una reciente decisión judicial israelí que sigue un largo camino de huidas, pasiones, herencias, promesas, secretos y cajas fuertes ocultas.

De ejecutarse la sentencia dictaminada el pasado fin de semana por el Tribunal de Familia del Distrito de Tel Aviv, el legado del amigo íntimo de Kafka -el escritor y compositor judío Max Brod- será pronto trasladado de manos privadas a la Biblioteca Nacional de Israel, donde estará accesible a investigadores de todo el mundo.

Pero la ejecución puede prolongarse durante años si los hasta ahora propietarios de tesoro literario deciden apelar a una corte superior, como sus abogados han advertido que harán.

El autor judío nacido en Praga que dio lugar al adjetivo "kafkiano" publicó pocos de sus trabajos en vida pero, años antes de morir, entregó sus textos, cartas, apuntes y dibujos a su amigo Brod, no sin antes hacerle prometer que los quemaría a su muerte.

Afortunadamente para los amantes de la lectura y para decenas de autores influenciados por Kafka, como Albert Camus o Jorge Luis Borges, Brod incumplió su promesa y publicó lo que rápidamente se convirtieron en obras maestras de la literatura, como El Proceso o La metamorfosis.

Huyendo de Praga ante el avance de los nazis, Brod emigró en 1939 a la Palestina bajo protectorado británico y, antes de morir en 1968, entregó los manuscritos de Kafka y miles de documentos suyos y correspondencia de ambos, a la que fuera su secretaria y amante, Esther Hoffe.

En su testamento, pidió que a la muerte de ésta los papeles fueran a un archivo público "en Israel o en el extranjero".

Hoffe murió hace cinco años a la edad de 102, lo que abrió una batalla legal entre las autoridades culturales israelíes y sus dos hijas, Eva Hoffe y Ruth Wiesler (fallecida hace pocos meses).

"Brod le entregó el legado solo para que lo tuviera en vida, sus hijas no podían heredarlo", explicó  el profesor Hagai Ben Shamai, director académico de la Biblioteca Nacional de Israel, que considera que joyas literarias de esa relevancia "no pueden permanecer en manos privadas".

Para él, el hecho de que Brod trajese los documentos a Israel y de que los dos amigos fuesen judíos es una clara prueba de que estos pertenecen al público israelí y deben quedarse en el país.

Hace dos años, otra sentencia judicial israelí obligó a las hermanas a abrir cinco cajas fuertes de un banco en Tel Aviv y otra que se encontró en Zurich (Suiza), que escondían miles de páginas.

Aparte del material que se clasificó entonces, los expertos desconocen qué otros documentos pueden tener los Hoffe y Wiesler.

Algunos expertos creen que podría haber más cajas fuertes ocultas y mantienen la esperanza de que en el enorme legado haya alguna obra inédita de Kafka.

Eva Hoffe nunca ha permitido a las autoridades entrar en su apartamento, donde habita "con cincuenta gatos y cinco perros que conviven con Kafka", según indicó el abogado de la Biblioteca Nacional, Meir Heller.

Shamai cree que en el legado de Brod "no hay ningún trabajo de Kafka que no haya sido publicado antes", aunque admite no saber con certeza "qué es exactamente lo que aún hay en esa casa".

Una vez recogido, restaurado, estudiado y clasificado, el archivo de Brod, explica, será "la joya" de los que posee la Biblioteca Nacional.

Durante el lustro de lucha por los valiosos documentos, las hermanas Hoffe contaron con el apoyo del Archivo de Literatura Alemana de la ciudad de Marbach, que en el pasado compró a Esther Hoffe varios manuscritos, entre ellos el original de El proceso.

Heller aseguró que su próximo paso será reclamar al archivo alemán los documentos, cuya venta considera ilegítima.

"Los alemanes creen que los escritos forman parte de la cultura alemana, al estar escritos en alemán, pero nosotros consideramos que son parte de la cultura judía y que deben permanecer en el Estado judío", afirmó Shamai.

Imagen: Carta escrita por Franz Kafka(1883-1924) a su hermana Ottla, en la Fundación cultural de Berlín, Alemania.
Jerusalén, 16 oct (EFE)