Entrevista a Javier Perianes

Entrevista a Javier Perianes
13 de agosto de 2020
Gilberto Díaz

Javier Perianes, pianista español reconocido mundialmente por sus interpretaciones de la obra de Schubert, Mendelssohn y Grieg, así como la de los españoles Blasco de Nebra y Manuel de Falla. Es considerado un virtuoso, brillante e intrépido pianista, dotado de una extraordinaria calidez sonora. Y con quien tuvimos una charla sobre su más reciente disco, Cantilena, realizado junto a la intérprete alemana de viola, Tabea Zimmermann, y publicado bajo el sello Harmonia Mundi.

De trato sencillo, al tomar la llamada telefónica Javier me explica que se encuentra a punto de realizar un ensayo con la Orquesta de Sevilla para un concierto a beneficio de las víctimas de la pandemia en España, por lo que no dudé en preguntarle: ¿cuál es tu perspectiva sobre los efectos que ha tenido la actual contingencia sanitaria, tanto en el mundo de la música, como en la interpretación en las grandes salas?

“El problema fundamental —responde el pianista— es que existe un profundo desconocimiento sobre el impacto que puede tener la emergencia derivada del COVID-19, existen muchas contradicciones. Por un lado, se autorizan las reuniones sociales con cierto número de personas, pero luego no se permite esa misma cantidad en un auditorio. Como resultado, cada una de las instituciones reacciona con las medidas que tienen y pueden. Recientemente hice una presentación en streaming en el Festival de Granada, desde la Alhambra; quizá hacerlo de tal manera sea una fórmula temporal, porque la música se enriquece gracias al contacto que los intérpretes tienen con su público, y eso no puede ser reemplazable. Estamos en ese momento de impasse. De averiguar cómo cada institución reaccionará y conseguirá manejar la situación, excepcional y nueva, que se nos presenta.

Tendremos que adaptarnos a las nuevas medidas y ser profundamente sensibles. Ahora quizá debamos ajustarnos a repertorios con un menor número de participantes. O se optará por la música de cámara, o por interpretaciones más individuales”.

Sobre la opción del streaming como alternativa en la ejecución de música comenta:

“La Filarmónica de Berlín ya tenía un canal, su Digital Concert Hall, que ya contaba con mucha demanda y bastante fama antes de la pandemia. Muchas otras instituciones importantes ya lo estaban implementando también, en buena medida enfocados a sus suscriptores y como una ventana al exterior. Hace poco di mi primer concierto así, con la Orquesta Nacional de España. Sin embargo, los próximos conciertos agendados serán con público, por lo que pienso que el streaming es más una solución temporal que una medida definitiva. La voluntad de muchas instituciones es recuperar el contacto, el concierto en directo. lo que hicimos en Granada fue más una oportunidad para acercar al público a la riqueza arquitectónica y patrimonial que tiene la propia Alhambra, pero el resto del programa se ideó para un paulatino regreso con el público.

Personalmente creo que la relación presencial del intérprete con el público no se puede reemplazar. Ese compartir la vibración que produce la música al momento de la ejecución de un intérprete, es insustituible, es mágico. El momentum que tiene el concierto en vivo jamás existirá si no hay ese intercambio con la audiencia”.

¿Cómo fue la experiencia al trabajar con Tabea Zimmermann y en la realización de Cantilena?

“Es un lujo y un privilegio trabajar con Tabea, hace cuatro o cinco años que nos conocemos, nos hemos encontrado en muchas colaboraciones y giras de concierto. El disco es el resultado natural de esas colaboraciones. El disco lo planeamos juntos. Ella había grabado para su sello obras más señeras, como pueden ser las de Brahms o Schumann, piezas de un repertorio más tradicional. A los dos se nos ocurrió que probablemente un repertorio menos explorado, más ajeno a su instrumento, la viola, podría ser más interesante. Una forma muy bonita de unir música de ida y de vuelta entre obras de España y Latinoamérica. Pues en ellas siempre ha existido un vínculo entre los colores, los ritmos, los cantos con la lengua común, con la excepción de Brasil, y la obra de Villa-Lobos presente en el disco.

Nos pareció que la viola como un instrumento tan parecido a la voz humana, podría ser un catalizador perfecto en un disco dedicado a las canciones, con excepción de los dos tangos: el de Albeníz y el famoso y celebérrimo Gran tango de Astor Piazzolla. El proyecto nos pareció que era una manera muy interesante de conjugarlos, llevábamos bastante tiempo interpretando juntos las Siete canciones populares de Falla, que es una obra totalmente magistral y fascinante. A ella le apasiona la obra, y yo creo que ese pudo ser el germen para construir en torno todas esas asociaciones de compositores españoles y latinoamericanos. Y así emparentar la música de ambos lados del Atlántico”.

Sobre el título que le da nombre al disco: Cantilena y la manera en que engloba el concepto de todo el álbum:

“Es curioso porque evidentemente el título lo da el Aria de Villa-Lobos, una melodía famosa y de carácter casi interminable. Pero curiosamente, si miramos cómo se traduce la palabra “cantilena”, porque en el diccionario de la lengua española existe, entonces vemos que es una composición fonética breve para hacer música y cantar. Todo esto no podía ir mejor. Es cantar una copla o una composición. Entonces no deja de ser el vocablo “cantinela cantilena”, que en español se utiliza muchas veces como cantinela. Por eso nos pareció que era una palabra posible en portugués, pero también en castellano y que, definía a la perfección el espíritu de las obras que componen el álbum. De ahí la decisión, tanto nuestra como de Harmonia Mundi, para ventilar de esta manera tan poética y a la vez tan descriptiva”.

Finalmente retomo la idea que inició nuestra conversación, le pregunto ¿cuál crees que sea el futuro de las artes tras los cambios que provocará esta pandemia?

“Me gustaría englobar ese futuro en algo mucho más grandioso y eterno como son las bellas artes. El ser humano, es decir todos, necesitamos de la música, la escultura, la pintura, el cine, la literatura, la arquitectura. Cuando consideremos, o nuestros responsables políticos entiendan que no son un mero entretenimiento, sino que forman una parte primordial del ser humano, que lleva siglos cantando, observando y deleitándose con las bellas artes y la poesía. En el momento en que reconozcamos que el arte también es un artículo de primera necesidad, y es parte de nuestro código genético como seres humanos. Cuando seamos conscientes de todo esto, en ese instante nos comprometeremos en una dimensión aún mayor del arte, la entenderemos como eso que es, una necesidad básica para toda la humanidad”.+