Contar cada detalle de la historia personal: Entrevista con Nell Leyshon
R. de la Lanza
Nell Leyshon estuvo en México presentando El bosque, una novela de corte biográfico que describe el día a día de Zofia, una mujer, madre de un hijo gay, en la Polonia ocupada por el Tercer Reich durante la II Guerra Mundial, y pudimos platicar con ella sobre por qué habla español tan bien, sobre El bosque y sobre sus autores favoritos.
“Cuando yo tenía 25 años, trabajaba en publicidad en Londres —cuenta Nell su historia con el español—, y pensé que debía haber algo más en la vida que ese trabajo. Yo no tuve una educación formal, porque yo era muy rebelde. Así que quise aprender español, y fue a España. Y ahí encontré el amor. Tengo 23 años con él. Hace 31 años hablaba mejor español que ahora”.
La nueva novela de Leyshon es una muestra de que seguimos descubriendo nuevas historias sobre la Segunda Guerra, y nos siguen doliendo a pesar del pasar de los años. “Es que no aprendemos nada —da la explicación—, porque estamos en un estado de delirio. No vemos la verdad del mundo. La historia nos enseña todos los problemas, pero aunque aprendemos la historias de los países, seguimos peleando. Somos como icebergs, porque el subconsciente está bajo el agua. Las emociones nos conduce, porque ser competitivo es una emoción, así que siempre repetimos y no aprendemos nada. El problema es que cuando está uno más viejo, sabes que ya has visto las cosas antes, que no hemos aprendemos nada”.
Con todo, el carácter intimista de El bosque no apunta a lo fatal, a pesar del entorno en la guerra y toda la adversidad circundante en los años posteriores de los personajes. Es más bien un tono optimista, que se refleja en un pasaje donde se hace notar que la mayoría de la gente no se pone a fantasear con lo que pasará cuando llegue el fin de la guerra, sino que se preocupan sólo por sobrevivir.
“En una guerra —explica—, hay cosas grandísimas, como la historia, las emociones, etc. Pero para cada persona es una historia muy particular. Es muy importante escuchar cada historia personal y dar testimonio de lo que ha pasado”.
La forma como El bosque fue gestado parece poco menos que anecdótica, pero habla de la profundidad que logró en el alma de Nell. “Hay diferentes líneas en la novela —platica sobre sus motivaciones temáticas—. La maternidad es una parte grande de la vida de muchas mujeres. Es una gran parte de mi vida, pero no hablo mucho de ella. Quería escribir sobre la maternidad, pero no fue una decisión muy consciente”.
“Cuando yo era niña, Jan Pienkowski también era un niño y venía mucho a mi casa y me contó cosas de Polonia, de la guerra, de lo que vivió en un bosque durante un año y cómo vino a Inglaterra para aprender y vivir mejor. Desde entonces el libro estuvo conmigo. Quise escribir una historia muy distinta que la de mi vida, porque me encanta inventar los detalles”, explica así la génesis de la trama.
En el libro, y en la historia original, para estar a salvo de ser arrestados las personas tienen que ir al bosque a esconderse. La figura arquetípica del bosque es también un signo que se presta a diversas lecturas. “El bosque para mí es como un mundo interior. Hay cosas claras y cosas oscuras, y podemos perdernos en él. Creo que es una metáfora para el subconsciente, aunque para ellos, los personajes, era real. En todas partes del mundo pasa que la gente tiene que ir al campo. Cuando yo tenía 14 años, me obsesioné con Perú y Sendero Luminoso. Vivía en un pueblo en Inglaterra y me aburría muchísimo: ese pueblo estaba catalogado como el lugar más seguro del mundo. Yo leí sobre la gente en las montañas de Perú, y no podía creer que la misma vida sencilla de un pueblo podría ser tan diferente. El desarrollo de la humanidad cambia en una guerra y volvemos en el tiempo. De un momento a otro toda la sofisticación y la civilización se pierde y volvemos a lo primitivo. Creemos que la vida humana es teleológica, que se dirige hacia un lado, pero es un espejismo”.
Para Nell, las leyes que se aprueban son la clave que puede permitir la salvación o precipitar la decadencia. “Necesitamos leyes —dice en un tono sereno, difícil de lograr en ella que es todo brillo y movimiento—. En Inglaterra estamos aprobando leyes, también en Estados Unidos, para alimentar la avaricia. Las leyes son las que protegerán o lastimarán a la gente. En Inglaterra, las cortes y los políticos están en un pleito constante, haciendo de cada caso una ley y eso sólo cuando conviene”.
Para nuestro beneplácito, Nell nos dijo que estaba comenzando una novela y terminando otra, justo en estos días de su estancia en la Ciudad de México. “Estoy a punto de terminar una nueva novela que me ha acompañado desde hace años. Y, como con El bosque, al final, todo se junta, y para mí es muy emocionante terminarlo, y aunque quiero terminarlo, también quisiera no tener que hacerlo. Pero después debo terminar una obra para Inglaterra. También comencé una idea hace dos días, aquí, y quiero comenzar a trabajar en ella. Tengo en Londres una compañía de teatro para personas marginadas, y ellos mismos escriben sus obras con mi ayuda, y hemos hecho un pequeño teatro en un barrio muy pobre. Es un teatrito hecho de andamios. Haremos dos días de funciones gratuitas para la comunidad”, relata con el entusiasmo de los que se consagran a difundir el arte.
Al preguntarle cuáles son sus autores latinoamericanos favoritos, Nell Leyshon nos sorprende nombrando autores vivos y no los consagrados del boom, sino las nuevas plumas que van rompiéndola: “Acabo de leer Las tierras arrasadas, de Emiliano Monge, y sentí que al leerlo estaba quemándome las manos y los ojos. Es fantástico. Lo terminé de leer ayer. También amo a Valeria Luiselli, ella me contactó con Sexto Piso, y su Desierto Sonoro me encantó, es brillante”. +