Neil

¿Hablar de Inglaterra? ¿Puedo escoger un autor? Mmm… ¿qué tal Neil Gaiman?

Era 1989. El mundo, otro. Yo tenía diecisiete años. El muro de Berlín estaba por caer. Carlos Salinas de Gortari era presidente de México. Margaret Thatcher despachaba en Downing Street. Ese año, Pepe Rojo me prestó los primeros ocho cómics de una serie que comenzaba a publicar DC Comics, la casa de Superman y Batman. “Lee esto”, me dijo. “Te va a gustar.” Pepe es un hombre sabio desde muy joven y generoso con el conocimiento. Siempre dispuesto a circular las lecturas que se encontraba por aquí y por allá, ha sido una de las grandes fuentes de mi educación no formal. Con él descubrí infinidad de autores, cineastas e historietistas magníficos. Era 1989, decía, cuando leí por primera vez The Sandman.

Hay que dar un poco de contexto: los cómics mainstream vivían una revolución. Muy recientemente Alan Moore y Frank Miller habían hecho sus aportaciones fundamentales al subgénero de los superhéroes. Maus, de Art Spiegelman, era aún una novedad bibliográfica. En medio de todo ello, una generación de creadores bri- tánicos habían tomado casi por asalto los cómics estadounidenses de superhéroes. Aquello, llamado después la invasión inglesa, fue el producto de una exploración en la isla de Albión por parte de la editora de DC, Karen Berger, para reclutar nuevos creativos. Capitaneados por Alan Moore, habrían de cambiar la historia de los cómics.

Nacido en Inglaterra en 1960, Gaiman comenzó su carrera como periodista musical y cinematográfico. Atraído a los cómics por el gran arco narrativo de Alan Moore en Swamp Thing, comenzó escribiendo guiones para la mítica revista inglesa 2000 AD antes de suceder a Moore como guionista de la serie Miracleman, a mi ver, la mejor historieta de superhéroes jamás hecha (incluso superior a Watchmen, del propio Moore y Dave Gibbons). Su trabajo en Inglaterra le valió la contratación para escribir una miniserie para DC en los Estados Unidos, Black Orchid, ilustrada por su amigo Dave McKean, quizá el mejor grafista de su generación, dentro y fuera de los cómics. Tal fue el éxito de Black Orchid, que Karen Berger le dio la oportunidad de escribir un título mensual, donde tras varias propuestas terminó desarrollando The Sandman, que comenzó a publicarse en 1989.

Aquí volvemos a aquella vez cuando Pepe Rojo me prestó los primeros ocho números de la serie. Fanático de Batman, los empecé a leer con cierta desconfianza. El dibujo de Sam Kieth no era muy bueno. Pero tras las primeras páginas del número uno, ¡quedé enganchado!: a principios del siglo xx, un mago y ocultista, rival de Aleister Crowley, perpetra un ritual mágico para capturar a la muerte. Fracasa pero atrapa a su hermano menor, el Sueño. Esto desequilibra durante setenta años el reino de los sueños, hasta que Morfeo logra escapar del círculo de sal en el que está preso.


Por Bernardo Fernández BEF

Sigue leyendo la columna de BEF aquí.

Mascultura 03-nov-15