Carta Editorial 82: El Espacio

La curiosidad humana encontró en las estrellas un reto a la altura de su ingenio y capacidad. Cuando las antiguas civilizaciones se fundaron e inició su crecimiento, una vez resuelto el tema alimentario, algunos hombres tuvieron tiempo para ponerse a filosofar, convirtiendo al cielo en un campo para sembrar sus preguntas. Bautizaron estrellas y planetas con el nombre de sus dioses, y nombraron a las constelaciones por su parecido con algunos animales.

Egipcios, mesopotámicos y griegos, entre los años 3,000 y 500 antes de Cristo, pensaban que la Tierra era plana y rodeada de mar; Pitágoras primero y Aristóteles después, sugieren que en realidad es redonda, apoyados en las observaciones que hacen sobre los eclipses. Entre la teoría geocéntrica de Ptolomeo y la heliocéntrica de Copérnico pasan cerca de mil setecientos años, y a partir de ese momento, el conocimiento del sistema solar y del Universo se revolucionará: Kepler enuncia sus leyes sobre las órbitas elípticas de los planetas hasta entonces conocidos (1609); Galileo, con su telescopio, observa como nadie lo había hecho antes la Luna y los satélites de Júpiter (1609); Newton en su libro Principia explica la ley de la gravedad y las tres leyes del movimiento (1687). Después del descubrimiento de Urano gracias a las observaciones de William Herschel, en 1781, y de la identificación de Ceres, un cuerpo rocoso entre Marte y Júpiter, se descubre el helio (1868), se fotografía el Sol, se observan las primeras manchas solares, Einstein establece la Teoría general de la relatividad (1919).

1957 es un año crucial para el conocimiento del espacio: doscientos setenta años después de que Newton explicara la gravedad, el Sputnik 1 se convierte en el primer satélite artificial puesto en órbita, lo que marca el inicio de la carrera espacial, una lucha entre las dos grandes potencias de la época: Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). El resultado de esta carrera culminará con la llegada del hombre a la Luna, el 20 de julio de 1969.

Detrás de un hombre están todos los hombres: quizá eso pensó Neil Armstrong mientras observaba el horizonte lunar. Valentina Tereshkova, la primera mujer que fue al espacio y que aparece en la portada, dijo que después de haber estado allá arriba, desesperadamente quiso volver una vez más. Las estrellas, como las sirenas, también nos llaman, y nadie puede resistirlo.