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Bram Stoker, el eterno vampiro

Bram Stoker, el eterno vampiro

Abraham ‘Bram’ Stoker nació en Irlanda el 8 de noviembre de 1847 en el seno de una familia burguesa. Los primeros años de su vida los pasó arraigado en su casa por un sinfín de malestares que lo aquejaban, los cuales lo obligaron a estudiar ahí mismo con profesores particulares. No siempre estuvo enfermo, alrededor de los siete años presentó una mejoría considerable y a los dieciocho años ingresó al Trinity College.

Ahí las cosas fueron tan bien que llegó a ser campeón de atletismo durante su periodo universitario. Y también fue ahí donde Stoker se dio el tiempo necesario para dedicarse a la literatura, la crítica y, también, a pesar de sus variadas actividades, para quedarse con la prometida de Oscar Wilde, Florence Balcombe.

Bram Stoker no fue muy conocido al principio de su carrera. Sus publicaciones cortas fueron únicamente el sustento de la magna obra que escribiría después. Hoy en día, ¿quién no ha escuchado hablar de Drácula o los vampiros? El hombre que está detrás del personaje principal de la novela es Vlad Tepes, un guerrero y señor feudal de Valaquia afamado por clavarles estacas a sus prisioneros en el siglo XV.

Hace poco, una nueva versión de la novela más conocida de Bram Stoker, se estrenó en el cine, la cual se pensó nombrar únicamente ‘D’, para establecer una diferencia con sus predecesoras. Únicamente hace falta remitirnos al libro de Harold Bloom, El Canon Occidental, para conocer la importancia que se le ha dado a este escritor.

Se dice que Bram Stoker no era muy bien tratado en su trabajo; la actitud de su patrón, un actor que se burlaba de él y lo humillaba, lo motivó para retomar algunas de sus características de dictador y plasmarlas en su personaje más sobresaliente, ése que se alimenta de sangre.

Bram Stoker falleció el 20 de abril de 1912. Ese día amaneció con un cielo rojizo.