Las lágrimas que cambiaron el rumbo de Cesária Évora

¿Qué el arte no mueve a las personas? Podrán ser contadas las obras que repercutan en alguien de una u otra forma; en la trayectoria de Cesária Évora, bastaron unas lágrimas para cambiar la vida.

Comenzó a cantar en bares y hoteles de Mindelo, el puerto de la isla de San Vicente, Cabo Verde, lugar que la vio nacer en 27 de agosto de 1941. Sus primeras presentaciones se concentraban en acercarse a las mesas de los clientes que le llamaban y cantar a cambio de algunos escudos o, de vez en cuando por vasos de aguardiente, ron o whisky.

Aunque su juventud fue una entrega constante al canto, no fue hasta la década de los ochentas cuando empezó a tener una mayor relevancia y cobertura. Grabó su disco “La diva aux pieds nus” en 1988, a la edad de 47 años; ésta sería una de tantas interpretaciones que le abrirían distintas puertas en el mundo de la música y en el gusto de la gente, como sucedió tiempo atrás con José da Silva, un ferroviario que, tras escucharla no sólo decidió convertirse en su productor y representante, sino que se emocionó tanto con su voz, que llegó hasta las lágrimas. Fue él mismo quien la convenció de presentarse en París, donde grabó el disco antes referido.

Antes de dar ese paso importante en la carrera de Cesária, la cantante tuvo que luchar contra el alcoholismo, enfermedad en la que se sumió por complicaciones económicas y personales; además, dada la difícil situación política que atravesaba el país, tuvo que concentrarse en hallar la forma de mantener a su familia.

Tras sufrir un derrame cerebral al finalizar un concierto en Melbourne y sobrevivir a una operación urgente de corazón en mayo de 2010, finalmente, el 17 de diciembre de 2011, Cesária Évora falleció por insuficiencia respiratoria. Hoy, a tres años de su partida, recordamos su voz con la misma emoción de aquel hombre que la acompañó tantos años.

Con información de: “Cesária Évora, cantante, la voz de Cabo Verde” en El País.

Mascultura 17-Dic-14