Jóvenes, actores y asesinos: el drama posmoderno. Entrevista a M. L. Rio
Dicen que para ser actor hay que estar dispuestos al sacrificio. Y puede que sí, pero ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar? En Todos somos villanos, M. L. Rio nos presenta a siete jóvenes, estudiantes de teatro en un exclusivo conservatorio, que sobrellevan la presión de un ambiente exigente mientras preparan puestas en escena de los clásicos shakesperianos entre fiestas, romances y un asesinato.
La autora estadounidense estuvo en México para presentar la edición en español y tuvimos la oportunidad de platicar con ella sobre esta novela, publicada en 2017, que se convirtió en un fenómeno viral en 2020 gracias a TikTok y al creciente interés por la estética dark academia.
Gracias por platicar con Lee+. ¿Cómo te sientes con este encuentro con tus lectores en México?
No es mi primer viaje a México, pero sí mi primera vez en Ciudad de México. Me resulta muy emocionante. ¿Sabes?, nunca pensé que este libro tendría públicos en todo el mundo. Estoy agradecida y halagada de que la gente quiera leerlo y escucharme hablar al respecto.
En la era del pódcast de true crime y los documentales sobre asesinos seriales, decidiste escribir una novela con una estructura de obra de teatro, ¿crees que cada uno de nosotros es un personaje en su propio drama teatral?
Shakespeare estaría de acuerdo. Él decía que el mundo es un escenario en sí y que todos nosotros somos simplemente actores. Todos interpretamos muchos personajes en la vida diaria, pues se nos asignan diferentes roles. Puede que seas una hija, una hermana, una trabajadora; desarrollas diferentes papeles dependiendo del ambiente y de la gente con la que estés en ese momento. Así que todos somos un poco actores todo el tiempo.
Cuéntanos cómo surgió esta historia, de dónde viene, cómo la materializaste hasta construir una novela.
Fui actriz durante casi veinte años y en mi época universitaria trabajé una tesis sobre la estructura trágica de Shakespeare. Antes de ésta, escribí un par de novelas, aunque ninguna de ellas me parecía realmente muy buena y no estaba segura de por qué. Luego pensé en el clásico consejo de escribir sobre lo que conoces. No lo estaba haciendo, porque era joven y pensaba que eso no era para mí.
Más tarde, cuando estaba ya en mi último año de universidad, empecé a pensar en este libro y me dije “bueno, has sido actriz por mucho tiempo, ¿por qué nunca has escrito sobre esto?”. Y es que nunca había visto una novela que se desarrollara entre los bastidores del mundo del teatro de la manera en que sucede en mi obra. Quería plasmar ese mundo tan fascinante y peculiar, y además lo conocía muy bien. De ahí provino Todos somos villanos.
¡Y es un verdadero drama! Retomas a Shakespeare, a quien se considera el maestro de las pasiones filosóficas, a través de siete personajes muy jóvenes, conscientes de sus propias pasiones. ¿Deberíamos ser conscientes de la oscuridad que nos impulsa a perseguir nuestros deseos?, ¿cómo empezaste a desarrollar estos personajes?
Creo que todos tenemos partes buenas y malas en nosotros; nadie ni nada funciona en un sistema de blanco o negro. Aunque hay mucha ficción escrita sobre esta base, en la que los buenos tienen siempre un final feliz.
Algo que me encanta de la obra de Shakespeare, y de sus tragedias en particular, es que existen muchas zonas grises en cuanto a moral se refiere. Quería capturar esa tensión entre la bondad y la maldad. A veces puede ser muy difícil distinguir entre lo correcto e incorrecto, especialmente si tienes apenas veinte años, como estos personajes, que tienen la edad requerida para ser adultos (legalmente), pero son lo suficientemente inexpertos como para cometer errores estúpidos.
Hay una dosis de drama asegurada cuando estás aprendiendo a ser adulto y francamente te equivocas bastante en los primeros años. Creo que Shakespeare capta esta tensión y pasión de manera increíble; me atrajo como actriz, pero también pensé que sería un gran material de crudeza para una novela.
El Conservatorio Dellecher, donde ocurre casi toda la trama, es un sitio bastante tranquilo, aunque también exclusivo, casi elitista; ¿por qué elegiste este escenario?
Yo no acudí a una escuela de conservatorio, pero muchos de mis amigos sí. Aunque sí asistí a un programa en el conservatorio cuando tenía unos 16 años. Fue muy competitivo e intenso, lo cual me resultó apasionante y a la vez peligroso, porque puedes meterte demasiado en el ambiente.
La academia tiene un ambiente muy particular, porque promueve este tipo de competencia y exclusividad, que puede hacernos mucho daño. Se convirtió en un gran elemento en la trama, porque me interesaba hablar de lo que pasa cuando tomas a un grupo de jóvenes apasionados y los sometes a una enorme presión. Terminan por quebrarse, eso es lo que pasa.
¿Cuánto hay de ti y de tus amigos en esta historia?
Ninguno de los personajes está basado en personas específicas, sino más bien en el tipo de personas que conocí trabajando durante tantos años en el teatro. Pensaba en los tipos de personalidad que encontraría inevitablemente en un ensayo de actores de Shakespeare. El libro también trata de cómo cada uno de ellos empieza a actuar de manera contraria al rol que juega en el grupo, y cómo todo se desmorona cuando nos salimos de los estereotipos que se nos han asignado.
Claro, porque la actuación no sólo implica ir a los castings, encontrar el papel adecuado, lograr un buen pago… también están las pasiones y el ego.
Oh, sí. Es un trabajo que te devorará y te escupirá. Es muy difícil ser actor. Un profesor nos dijo en una clase en la universidad “no te conviertas en actor si puedes imaginarte haciendo cualquier otra cosa”. Pero lo haces porque te apasiona y no puedes alejarte. Existe, en gran medida, una relación de amor-odio con la actuación.
Con la vida académica pasa lo mismo, por eso las dos cosas se complementan muy bien en el libro. Y diría que la escritura se convierte en un reto similar: es difícil y competitivo porque hay tanta gente que quiere publicar que debes encontrar una manera de destacar entre la multitud y trabajar muy duro. Te van a rechazar muchas veces antes de conseguir un sí; a mí todavía me rechazan todo el tiempo, es parte del negocio. Hay que tener la piel muy gruesa en cualquiera de estos campos.
Y aún encuentras alegría al hacerlo. ¿Vas a continuar escribiendo?, ¿qué viene para ti como autora?
Claro, me encanta. Me siento increíblemente afortunada de poder hacer esto como un trabajo. He sido escritora durante mucho tiempo. Escribí un montón de novelas antes de ésta, que no se publicaron simplemente porque no eran muy buenas. Luego tomé un descanso de la escritura para hacer mi maestría y doctorado. Pasé cerca de doce años en la vida académica. En parte porque, cuando salió Todos somos villanos no le fue muy bien: empezó a tener lectores hasta que habían pasado unos tres años de su lanzamiento. Resultó una sorpresa, pensé que no iba a volver a publicar, así que tengo mucha suerte de poder escribir otra vez ahora. Tengo dos nuevos libros en proceso que me emocionan mucho y que saldrán también en español: Graveyard shift y Hotwraps.
¡Los estaremos esperando! Volviendo a esta novela y a cómo utilizaste los diálogos de Shakespeare para hacer que tus personajes hablen con sus palabras, ¿te gustaría decir algo sobre lo relevante que él sigue siendo en la actualidad?
La gente suele tener una idea equivocada sobre la figura de Shakespeare porque lo consideramos el mejor poeta de la lengua inglesa. Tal vez lo sea, tal vez no. Pero, en su época, escribía para la gente común. Tiene algunos discursos muy bellos, así como escenas enteras que son bromas populares: es versátil, intenso y dramático, aunque ligero y divertido. También he sido maestra durante algún tiempo. He enseñado su obra a los jóvenes, por lo que quería hacerlo más accesible y divertido. Quería enseñar Shakespeare y hacerlo más rock and roll, algo así como sexo, drogas y Shakespeare. Y también sucede que los actores son un poco así. Incluso si salen al escenario a interpretar Hamlet por la noche, luego llegan a casa y son un desastre, porque así son en la vida real.
Además estás usando la estructura teatral clásica para presentar conflictos del siglo xxi, como el acoso escolar, las familias disfuncionales o el drama de la gente rica.
Algunos elementos de Shakespeare son atemporales y es que, aunque parezca cliché, seguimos citando a Hamlet. Todavía usamos frases de Macbeth para decir cómo nos sentimos cuando no encontramos palabras adecuadas. No encontré razón para separar estas dos cosas porque, a menudo me doy cuenta, él fue una verdadera ayuda e inspiración en mi vida. Ya sabes, cuando tienes 17 y estás pasando por una ruptura, Romeo y Julieta es igual de relevante para ti como lo fue para una adolescente en 1595 si sabes cómo interpretarlo. No sé si era mi objetivo principal, pero una de las cosas que quería lograr con Villanos era hacer la literatura accesible y divertida para una audiencia moderna. +