LAS ALAS DEL DINOSAURIO una novela policíaca y un "thriller" que cumple una fantasía escolar

Estamos ante uno de esos thrillers que cumplen una fantasía escolar. Específicamente, que una mañana tu asesor académico –sí, aquel que no responde tus llamadas telefónicas o te propone reuniones de un día para otro-  aparezca muerto en su despacho. El hecho no tendría por qué provocarte ningún dolor de cabeza, de no ser porque la policía ha encontrado una ensangrentada versión de tu tesina al lado de su cuerpo. Y además presentas examen en un par de semanas. ¿Demasiado estrés para tus estándares de lo que debería ser un posgrado?

Esa es la historia que plantea Las alas del dinosaurio de la danesa Sissel-Jo Gazan, la novela que hace coincidir debates científicos, seres solitarios de infancias atormentadas y no pocos problemas de la vida contemporánea, como los hijos y el fracaso matrimonial,  una narración a la que no le vino mal que un respetado científico pereciera en circunstancias poco claras. Lars Helland, el terror del Departamento de Biología Celular y Zoología Comparada, y  con quien no trabarías amistad a menos que tu grado académico dependiera de ello, fallece –según los primeros informes- de un ataque al corazón. El otro detalle es que su lengua luce destrozada, posiblemente a consecuencia de una convulsión epiléptica. Nada raro hasta aquí. O al menos eso pensaba Soren Marhauge, el agente encargado del caso, hasta que el forense descubre una infinidad de parásitos en el cuerpo de la víctima. Y sí, está bien eso de trabajar abriendo vertebrados y aprobando proyectos, pero, ¿cómo termina un científico respetable dando hospedaje a miles de larvas?

Ahora imagina que eres una estudiante, cuya vida transcurre entre lidiar con tu madre, atender a tu hija, superar tu divorcio y titularte a pesar de la indiferencia de tu asesor.  Agrégale algunos interrogatorios policiacos porque, vamos, ¿quién sino tú tendría motivos para odiar a Helland? Es lo que le sucede a Anna Bella Nor, la chica cuya una tesina trata de aves y dinosaurios, y que de un día a otro se ve involucrada en las pesquisas de un aparente crimen. Así las cosas, Anna necesita hacer algo por su tesina, otro tanto por su vida personal y, no menos importante, colaborar con el comisario Soren para desenredar el misterio.

Hay acaso un ingrediente más: Clive Freeman, el ornitólogo canadiense, que ha dedicado su vida y su bilis a sostener una teoría contraria a la de Helland, y que ha viajado convenientemente a Dinamarca. Tan soberbio como su opositor, Freeman ejemplifica al científico incapaz de separar los ámbitos privado y académico. Al ser uno de los rivales más encendidos del ahora difunto, su implicación en el caso resulta casi natural. ¿Podría este académico, ya entrado en años, haber infectado de algún modo el cuerpo de su rival teórico?

La novela sigue los pasos de la investigación, y con cada sospechoso va trazando un retrato ácido del mundo académico.  A su modo, demuestra que la imagen de unos venerables hombres en bata examinando fósiles no se contrapone con la de sujetos dispuestos a hacer lo que sea por aparecer en la portada de Nature. Claro que la mente científica trabaja horas extras para legar conocimientos importantes a la humanidad, pero en no pocas ocasiones, eso pasa a segundo plano cuando se preocupa por los fondos públicos, o cuando el hombre de ciencia se ve obligado a dormir en su despacho para ahorrar dinero. El dibujo da la impresión de ser exacto, porque Sissel-Jo Gazan recibió alguna vez un doctorado en biología y hay suficientes bases para pensar que sabe de lo que está hablando.  

En resumidas cuentas, Las alas del dinosaurio cumple con lo que uno esperaría de una novela policíaca cuya trama se desarrolla en países bajo cero: asesinatos complejos, gente solitaria, diálogos civilizados, detalladas explicaciones para los legos en teoría evolutiva y nombres con esas letras que necesitan de una combinación rara para salir en tu hoja de Word. Como los últimos libros salidos de esas regiones, la novela de Gazan busca pintar un panorama del primer mundo, a fin de entender que la vida no está por completo arreglada y que el conocimiento nunca puede ser ajeno a las pasiones de quienes se dedican a buscarlo.

Por: Eduardo Huchín

Las alas del dinosaurio de Sissel-Jo Gazan en Gandhi.

Imagen 1-2: Portada del libro Las alas del dinosaurio de Sissel-Jo Gazan.
Mascultura 06-Dic-11