Juan Carlos Rulfo atrapa la memoria de Jean-Claude Carrièr en un documental

El mexicano Juan Carlos Rulfo ha hecho algo más que un trazo biográfico en su documental sobre Jean-Claude Carrière, ha seguido al escritor francés en un viaje físico e interior por ciudades y lugares de la memoria en el que el guionista de Luis Buñuel no solo habla de sí mismo.

El escritor nació en septiembre de 1931 en Colombières-sur-Orb, un pueblecito del sureste francés, en la región de Languedoc-Roussillon, en una casa que él sitúa a unos 250 metros del cementerio, en el que está enterrada su primera mujer y que también será su destino.

La vuelta a las raíces al inicio del filme explica ya su título, Jean-Claude Carrière. 250 metros, un documental de hora y media que se ha presentado en la sección Especiales Zabaltegi del Festival de San Sebastián.

Carriérre se define a sí mismo como "un escritor profesional, que ha trabajado 50 años en el mundo de la fantasía, la ilusión, de lo que llamamos la irrealidad". Lo ha hecho en sus novelas y en sus trabajos para el teatro y el cine, donde ha colaborado con Peter Brook, Pierre Etaix, Milos Forman y, por supuesto Buñuel, entre otros muchos.

El recuerdo de Buñuel es Toledo en esta película, adonde acudía una o dos veces por semana con el director aragonés cuando trabajaban en Madrid para comer el mismo menú en el mismo restaurante, perdices, y para contemplar El entierro del conde Orgaz, de El Greco. No ha habido ningún cuadro que haya observado durante tanto tiempo en su vida, dice.

Y Buñuel es también México y un ahora abandonado balneario de Michoacán del que también eran asiduos.

España y México, dos países de la geografía interior de este escritor, de la que también forman parte París, Nueva York, La India e Irán, donde nació su segunda mujer Nahal, que regresa una y otra vez a las raíces de Carrière sabiendo que no puede volver a las suyas.

Carrièrre sigue paseando por París con la fascinación del turista. Allí contrajo el "virus" del cine cuando con 9 o 10 años vio Metrópolis, de Fritz Lang, en la Cinematheque, y allí se encuentra ahora con Peter Brook, con el que trabajó durante 35 años, once de los cuales dedicó a la adaptación del Mahabharata.

Considera a ese poema épico como su llave de entrada a La India, el país "más difícil de fotografiar", al que regresa, al igual que a Nueva York, donde solo halla vestigios de sus años de hippy en sus recuerdos y donde se produce un entrañable encuentro con su gran amigo Milos Forman, con el que pasea cogido del brazo por Central Park.

De esas visitas surgen las reflexiones y las incógnitas. "¿Qué ha ocurrido entre Hair y el 11-S", se pregunta. Y hay respuestas difíciles: "Llevo tratando de contestar qué es México durante más de 40 años", asegura.

Comenta que ha visto dioses en la India y se pregunta si el politeísmo no será un fiel reflejo de la realidad.

Carrière piensa que "todo se puede decir a todos", que depende de la forma en que se diga, y también de la atención del otro.

En Rulfo, el hijo del autor de Pedro Páramo ha tenido a un interlocutor atento, que ha seguido con respetuoso silencio los pasos de Carrière para este documental que también tiene algo de poesía.

Imagen: El realizador mexicano Juan Carlos Rulfo.
San Sebastián (Esp), 21 sep (EFE)