Breves notas sobre Marin Sorescu y la tradición rumana
Nada es casual en el trabajo editorial de Círculo de Poesía. Todo libro publicado en este sello tiene una razón de ser. Era diciembre de 2010 cuando vio la luz La Mesa del Silencio. Once poetas rumanos contemporáneos. La portada de esta antología ya luce el logo de Círculo de Poesía y de la Colección Gláphyras que inició su labor con la publicación de Pretzels de Mario Bojórquez en el 2005.
La selección y la traducción estuvo a cargo del poeta de habla castellana que mejor conoce la poesía rumana del siglo XX, se trataba del chileno Omar Lara que vivió exiliado durante varios años en Bucarest, por lo que pudo conocer a fondo la obra de estos poetas. En esa ocasión, Círculo de Poesía ofrecía un excelente panorama de esta tradición que alberga poetas como Geo Bogza o Ion Caraion.
En el 2016 Círculo de Poesía junto con Valparaíso México publica El frío intermediario del poeta más joven que aparecía en La mesa del silencio, se trataba de Dinu Flamand. Este 2018 que celebra 10 años de existencia la revista más leída de poesía en lengua castellana y que cuenta ya con una cantidad muy considerable de lectores de todo el mundo se vuelve la mirada a La mesa del silencio para publicar Alma para todo servicio. Antología poética de Marin Sorescu, poeta fundamental que compartió momentos con Octavio Paz, Vasco de Popa y con el mismo Paul Celan.
Existe una sensibilidad peculiar de los países de Europa del Este frente al resto de Europa. Milán Kundera comenta en El telón que cuando llega a Francia se siente como un extranjero. El cine del polaco Krzysztof Kieślowski nos puede dar cuenta de esta atmósfera extraña que cubre al hombre de una luz sublime y melancólica muy propicia para mostrar la ironía y la complejidad de la vida, vida que muchas veces raya en el absurdo obligándonos a pensar sobre el mundo con profundidad y ligereza. De este ambiente se impregnan los poemas de Alma para todo servicio.
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De esta manera, el lector podrá encontrar en la poesía de Sorescu diversas reflexiones que se sustentan a partir de la ironía que pone en tensión la seriedad y el absurdo. Como ejemplo el tema del yo que Luis García Montero y Alí Calderón proponen como problemática de la poesía contemporánea: “Investiguemos bien / Quién se esconde en nosotros. / Mucha atención para ver / A quién llamamos / Yo. // Que ya no se puede / Tener confianza ciega / En nadie. / Mucha atención, sobre todo, para saber / A quién llamamos / Yo.” La ironía surge por la afirmación de un yo que apenas se menciona cae en la duda, un yo que hurga en su yo y que desconfía de él porque en los tiempos que corren ya no se puede confiar en nadie.
La poesía de Sorescu se nutre de su propia tradición, de tal manera bebe las aguas del cinismo de Emil Cioran al preponderar la pertinencia del suicidio en el momento más alto de la vida: “Eh, vamos a suicidarnos, le digo a mis amigos, / Hoy nos hemos entendido tan bien, / Estuvimos tan tristes, / Esta perfección en común / No la lograremos otra vez / Y es una pena perder este momento. // Creo que en la bañera es el modo más trágico, / Imitemos a los brillantes romanos / Que se cortaban las venas / Mientras discutían sobre la esencia del amor. / Fíjate, he calentado el agua, / Empecemos, queridos amigos, yo cuento: / Uno, dos, tres…” La ironía irrumpe nuevamente, pues la tristeza más profunda puede convertirse en la perfección más elevada, por lo que lo mejor será morir, pues a partir de ella todo será decadencia. Vida y muerte se confunden y se ríen de nosotros.
De Ionesco toma ese tono molesto para el pensamiento racionalista que se encuentra en la estética del absurdo.
De esta manera, la cotidianidad de la vida da la pauta para reflexionar sobre la pertinencia del mundo cartesiano. “Si tropiezas con una silla / Es buena señal, llegas al paraíso. / Si tropiezas con una montaña / Es mala señal, llegas a la silla.” Por otra parte, también hay una especie de desolación y de humor negro al descubrir el absurdo de la existencia misma: “Los directores de teatro ya habían llenado la tierra con carteles, / Y Shakespeare consideró que después de tanto esfuerzo / Valía la pena ver también él un espectáculo. / Pero antes de eso, sintiéndose sumamente agotado, / Se fue a morir un poco.” Europa del Este tiene un halo propicio para poner el dedo sobre los intersticios por donde asoma el quiebre de la lógica.
En el primer mandamiento del Decálogo de Kieślowski un científico calcula siempre el estado del clima. Cuando su pequeño hijo le pregunta si puede ir a patinar al lago, con una actitud confiada por la seguridad de sus conocimientos, mide las variables y le dice que el hielo se mantendrá estable. Al final, el lago comienza a deshelarse y el niño muere, por lo que el absurdo de Dios, su capricho, parece hilvanar todas las cosas sin importar la pobre razón humana.
El mito del eterno retorno que obsesiona la obra de Mircea Eliade también se encuentra en uno de los poemas más emotivos de esta antología: “Se dice que las cosas vuelven a pasar / Por allí donde un día estuvieron / Como unos sentimientos cometas. / Sólo debes saberlos esperar, / Sólo debes saber romper / -Sin moverte de un sitio- / Innumerables pares de botas. // Esto significa que la acacia / Cortada en otoño / Volverá a renacer por un instante / De su vieja raíz. / Que volverás a amarme verdaderamente / Dentro de unos cuantos millones de años luz. / Ay, tal vez no falta tanto para que ello ocurra, / ¡Quién sabe! / Mira, yo incluso he empezado a esperarte / Midiendo el tiempo con la barba, / Eternidad a eternidad.” Después de leer estos versos nos queda una sensación de tragicomedia. No sabes si alegrarnos o llorar por la espera del personaje. Él mismo se burla de su creencia pero también en el fondo notamos en sus palabras cierta esperanza, mostrando con esto la esencia de lo humano.
Por otra parte, Sorescu todo el tiempo está jugando y desmitificando los valores establecidos. Así piensa, por ejemplo, sobre el lugar de la inspiración en la poesía: “La inspiración venía atrás, andando, / El poeta venía adelante, a caballo, / Y recibía los honores.” El poema surge de un ojo delicado que nos recuerda que nadie se acuerda de la pobre inspiración que dicta sus palabras al poeta.
No obstante, el poeta muere, va delante en el cortejo mientras la inspiración al fondo sigue viva, sin que nadie la note, pero viva. En otro momento replantea el mito de don Juan para convertir al personaje en un amante de los libros y así salvarse de las mujeres que buscan vengarse de sus andanzas: “Cada mañana, / Frente al espejo, / Luego de delinearse las cejas, / Se pintaban los labios / Con arsénico. / Se ponen arsénico en el pelo, / En los hombros albos, en los ojos, en los pensamientos, / En los senos, / Y esperan. // Se asoman albas a los balcones, / Lo buscan en los parques, / Pero don Juan, como acometido por un presentimiento / Se hizo ratón de biblioteca. // Ya no acaricia sino ediciones raras, / A lo más encuadernadas, / Ninguna empastada en cuero, / Como el perfume de las alcobas, / El polvo de lo antiguo / Le parece mucho más refinado.”
Leamos a Marin Sorescu y que vengan cien años más para Círculo de Poesía.
Texto por: Rubén Márquez Máximo