14 BAJO CERO. Crónicas desde el Festival de cine de Berlín

Desde una ciudad completamente nevada y con cines repletos comienza mi primera aventura en el Festival de cine de Berlín.

Con una tradición de 62 ediciones y la reputación de uno de los premios más importantes del mundo -el emblemático Oso de oro- el festival de Berlín es también el inicio de la temporada de cine europea y un buen termómetro de lo que nos puede deparar un año en materia de películas.

De entre lo proyectado hasta el momento en la selección oficial destaca la cinta griega Meteora del realizador Spiros Stathoulopoulos.

Heredera del cine contemplativo y poético del genio recién desaparecido Theo Angelopoulos, Meteora pide prestadas muchas de las virtudes más evidentes del director de obras maestras contemporáneas como La eternidad y un día, Paisaje en la niebla y La mirada de Ulises. Como muestra hablan un escrupuloso y brillante trabajo de fotografía -curiosamente a cargo del propio director-, una austeridad de diálogos que privilegia el silencio como estrategia narrativa, y una apuesta por los planos secuencia y la continuidad por sobre todas las cosas.

Además de los elementos formales, el cine de Stathoulopoulos abreva en la obra de Angelopoulos también temáticamente al recuperar una historia en apariencia sencilla que, a medida que nos es contada, va cobrando una complejidad más que interesante.

Sin embargo, más allá de la deuda y el homenaje, el director propone dos innovaciones lejanas a los clásicos del cine griego: una sorprendente combinación de acción viva con animación y el uso de los íconos religiosos para el desarrollo de la propuesta visual y gráfica.

Con esos ingredientes, Meteora visita una vez más la anécdota de los amantes apasionados que, por circunstancias especiales, deben mantener su relación en secreto.

Hasta aquí todo parecería normal si no fuera porque él es un joven sacerdote ortodoxo y ella una monja que viven en sendos monasterios que se encuentran en la cima de dos montañas vecinas. Entonces, a las dificultades de comunicación y lejanía -el único modo de subir al convento femenino es a través de una red operada por una polea en la parte superior- se suman el pecado y la culpa para completar el conflicto.

El resto se compone de paisajes incomparables y largos silencios.

Ante la triste noticia de la muerte de Angelopoulos se vislumbra una luz de esperanza con la selección de Meteora en el festival de Berlín. Si bien a Stathoulopoulos le falta mucho para llegar a la madurez y maestría hay en su filme mucho talento y una voz propia que busca expresarse.

Saludos desde Berlín. Seguiremos reportando.

@elmoremoreno conductor de El cine y…de Ibero 90.9 fm.

Imagen: Fotograma de la película Meteora de Spiros Stathoulopoulos.
Mascultura 15-Feb-12