3 poemas para celebrar el Día Mundial de la Poesía
Jueves 21 de marzo de 2019
Con el cambio estacional, la llegada de la Primavera nos trae una festividad creada por la Fundación del Español Urgente (Fundéu) para celebrar la poesía.
La creación poética es una de las zonas más misteriosas y fascinantes de la literatura. De hecho, es el núcleo mismo de ella, la fuente donde confluyen y se conjugan los recursos más sofisticados de la palabra. Su musicalidad y efecto quizás varíen en forma a lo largo del tiempo y las latitudes, pero siguen siendo los elementos inconfundibles de la poesía.
Hoy, para celebrar el Día Mundial de la Poesía, te traemos tres poemas de diferentes orígenes y temas.
Corazón
Arquíloco de Paros (s. VII a. C.)
Corazón, corazón de irremediables penas agitado,
¡álzate! Rechaza a los enemigos oponiéndoles
el pecho, y en las emboscadas traidoras sostente
con firmeza. Y ni, al vencer, demasiado te ufanes,
ni, vencido, te desplomes a sollozar en casa.
En las alegrías alégrate y en los pesares gime
sin excesos. Advierte el vaivén del destino humano.
Algún Sayo alardea con mi escudo, arma sin tacha,
Que tras un matorral abandoné, a pesar mío.
Puse a salvo mi vida. ¿Qué me importa el tal escudo?
¡Váyase al diantre! Ahora adquiriré otro no peor.
Mientras por competir con tu cabello…
Luis de Góngora y Argote (1561-1627)
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido, el sol relumbra en vano,
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente al lilio bello;
Mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello,
Goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, más tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Madrigal
Nicolás Guillén
Tu vientre sabe más que tu cabeza
y tanto como tus muslos.
Ésa
es la fuerte gracia negra
de tu cuerpo desnudo.
Signo de selva el tuyo,
con tus collares rojos,
tus brazaletes de oro curvo,
y ese caimán oscuro
nadando en el Zambeze de tus ojos.