Amores perros, 20 años después

Amores perros, 20 años después
17 de junio de 2020
Alonso Cerón
La clásica cinta que dio un gran impulso al cine mexicano, se estrenó hace dos décadas.

En la víspera del verano del año 2000, México vivía momentos muy intensos. Con la llegada de lo que se conoció como el nuevo milenio, un año electoral donde se creía que “sacando al PRI de Los Pinos” la situación social de nuestro país mejoraría y la irrupción, cada vez más intensa, de una globalización que nos exponía, por lo menos de vista, un mundo lleno de avances tecnológicos y otro tipo de costumbres. 

En ese contexto llegó a las salas de cine la cinta Amores perros. Una mancuerna excepcional entre el director Alejandro González Iñárritu y el guionista Guillermo Arriaga, con la fotografía de Rodrigo Prieto, musicalizada por Gustavo Santaolalla, y actuada por un elenco que hoy en día tiene a muchos consolidados en la industria.

Esa combinación de talento hizo que la cinta tuviera, después de presentarse en la Semana de Crítica en Cannes, gran aceptación por parte del gran público en México. En aquel año 2000 se había hablado muy poco del cine mexicano en los últimos 30 años, con sus honrosas excepciones, pero con la llegada de Amores perros, el cine nacional recibió el impulso necesario para revivir una industria que permaneció moribunda por mucho tiempo.

Podemos decir que la película fue un parteaguas en la historia del cine mexicano. Las vidas de personas separadas por el nivel socioeconómico se juntan en un trágico accidente automovilístico, donde un perro observa a los protagonistas y vive en todo momento los acontecimientos, sus anhelos, sus miedos y sus frustraciones.

Este retrato de la sociedad urbana de la Ciudad de México provocó que la misma sociedad se identificara con los personajes. La dinámica de la vida diaria en distintos puntos de esta gran urbe se ve bien retratada en la cinta, al fin reconociéndose como lo que es, una ciudad de contrastes, donde de vez en cuando las vidas se cruzan.

Dos décadas después, Amores perros se convirtió en una cinta clásica del cine mexicano, la cual marcó a toda una generación de nuevos talentos, consolidó el trabajo no solo de los realizaron la cinta, sino del cine de todo un país, hizo que México se abriera al mundo en materia cinematográfica e hizo que el mundo se fijara en lo que nuestros cineastas tienen que decir.

La cinta también transformó al público, ya que de ahí en adelante, los espectadores se volvieron más sensibles, más exigentes con el cine nacional, el cual si bien no ha logrado una transformación completa, a nivel comercial y artístico, por lo menos hoy, puede ya hablarse de una industria del cine mexicano, donde la variedad en contenidos comienza a ver la luz.+