PASTORELA, el otro cine mexicano

El cine mexicano demuestra ahora mismo una actividad que hace veinte años ni siquiera podía imaginarse. A pesar de la resistencia de los exhibidores las películas mexicanas alcanzan un espacio en la cartelera, muchas veces con un año de retraso respecto de su estreno en festivales nacionales o internacionales, y solamente rebasan la semana de exhibición aquellas que escandalosamente atestan las taquillas.

Dentro de ese cine mexicano, se pueden detectar dos estilos distintos. Uno, el llamado minimalismo, que se exporta a festivales de cine y en donde, a veces más a veces menos, es recibido con agrado y reconocido con premios. El otro, totalmente diferenciado del anterior y que tampoco tiene mucho que ver con algunas películas que habitan la mitad de esta línea divisoria, es mucho más popular, completamente enfocado al entretenimiento y que se relaciona directamente con su público natural, aquel que con sus impuestos ayuda a que estas películas sigan apareciendo.

No es queja. Estas películas completan un esquema de comunicación saludable, especialmente en una sociedad como la mexicana, dividida desde hace años, y que debe reencontrarse con ella misma. Ahí está precisamente Pastorela, segundo largometraje de Emilio Portes.

El año pasado y no sin la queja de muchas personas, esta película ocupó un lugar importante en varias listas de lo mejor del 2011 (entre ellas Cinegarage). La queja principal sobre su inclusión llegaba con argumentos tan flácidos como que “se trata de una película vulgar, con mal lenguaje y humor de segunda”. La respuesta ante esas argumentaciones siempre se restringieron a ese modelo de comunicación, pues no creo que el humor pueda ser jerarquizado ni que el uso de palabras altisonantes sea un defecto. Nadie se queja por ejemplo de que Pulp Fiction contenga palabrotas.

Pastorela aborda sin empachos una de las épocas más mexicanas del año, y acomoda en ella una historia que podría contener muchísimas más metáforas del México actual de las que podemos detectar en una primera lectura y, más allá de que es una comedia exitosa y que se deshace a la menor provocación de la cada vez más peligrosa corrección política, habla con la gente, la mira de frente, lo hace sin ningún tipo de vergüenza y eso, a estas alturas en las que cualquiera cree que hace cine, es tan valioso como un premio festivales de cine.

Por Erick Estrada www.cinegarage.com

Imagen: Portada y fotograma de la película Pastorela.
Mascultura 12-Dic-12