Mauricio Achar “La pasión por el teatro”.
Bastaba verlo una sola vez para que te cambiara la vida”, dice Inés Rancé en la introducción del libro Mauricio Achar, un librero de nuestro tiempo, en el que se recopilan testimonios de la gente cercana al fundador de Librerías Gandhi, con el fin de construir un mosaico de las impresiones y cariños que le tenía la gente a un hombre que no sólo se apasionaba por la lectura, sino por el teatro y la emoción de vivir.
Mauricio Achar nació en 1937, hijo de José Achar y Mazal Hamui, ambos emigrados de Siria hacia principios del siglo xx. Tuvo siete hermanos y un solo sueño: difundir la cultura de una manera novedosa durante los incipientes años setenta. Las ideas y la perseverancia se materializaron en un pequeño local de ciento cincuenta metros cuadrados sobre la avenida Miguel Ángel de Quevedo, número 128, en 1971, que se popularizaría con el nombre de Librería Gandhi.
En aquel local originario, que poco a poco fue ampliándose hasta contar con librerías en todo el país, se colocó un escenario en el que Mauricio Achar montaba pastorelas y obras de sátira política, al lado de uno de sus amigos más cercanos, Germán Dehesa: “Primero fue la librería, galería y cafetería; después empezamos con las presentaciones de libros y el foro de teatro. Mi gran hobbie desde que tenía 14 años fue ser actor de teatro. Durante 30 años trabajé con mi maestro Germán Dehesa”, confiesa Mauricio en palabras que se rescatan en el libro Mauricio Achar y el legado Gandhi.
Y reflexiona Mauricio: “Me hago librero por inquietud. Me encantaba leer. Entonces, a raíz de un libro que leí por recomendación de un psicoanalista, modifiqué mi vida. No totalmente, eso no es posible, pero sí una parte importante en una persona: el espíritu. El libro fue La muerte de Iván Ilich, de León Tolstoi. Es un relato maravilloso. Un tipo que tenía 55 años de edad, que vivía en Rusia, muy bien pagado en rublos, en un ministerio, propietario de dos casas, una en el campo y la otra en la ciudad, con una mujer muy bella por esposa y con una hija. De pronto le avisan que tiene una enfermedad incurable y que le quedan tres meses de vida. En ese momento comienza a reflexionar qué hizo de provecho en su vida y se da cuenta que, lo que hizo, era lo que convenía, no lo que él hubiera querido hacer”.
Como revista queremos manifestar que siempre está Mauricio en nuestra mesa de trabajo, cada vez que pensamos un tema, un título, una imagen, nos preguntamos ¿cómo lo haría Mauricio? El lado lúdico y emocionante de la experiencia humana, la aventura de luchar porque la cultura sea accesible, divertida y que nos cambie la vida cada vez que nos dejemos atrapar por un libro, una obra de teatro o cualquier expresión de arte. Nuestra meta es montar la mejor obra posible, mes a mes, tema tras tema. Siempre presente en nuestros corazones, Mauricio, querido amante de la cultura. +
MasCultura 19-Jun-17