Una épica familiar: Entrevista con Markus Zusak

Una épica familiar: Entrevista con Markus Zusak
15 de enero de 2020
Herles Velasco

El puente de Clay de Markus Zusak es una épica familiar donde cinco hermanos intentan sanar las heridas que les causó el abandono de su padre. Por esta razón, el retorno de su progenitor provoca una revolución: ellos no sólo tendrán que lidiar con sentimientos pasados, pues también tendrán que replanteárselos para poder seguir adelante. El nuevo libro es un buen pretexto para entrevistar a Markus, para conversar sobre los nexos que existen en sus obras.

Al igual que en La ladrona de libros (Penguin Random House), los personales principales de esta novela son muy jóvenes ¿Hay alguna razón para ello?

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Si hablamos de La ladrona de libros, debemos tomar en cuenta que yo crecí escuchando historias de mis padres y su vida en Alemania y Austria durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Las historias de su niñez eran muy naturales, eso me dio la sensación de que todos comenzamos a convertirnos en lo que somos mucho antes de nacer, que las historias que nos rodean están dentro de nosotros. No estoy seguro de pensar demasiado en el lado generacional de las cosas; para mí, solo es la idea de que estamos hechos de historias, sin importar si eres viejo o joven.

En El puente de Clay (Penguin Random House), haces guiños a Homero; me pregunto si las grandes historias también pueden darse en la cocina o en el patio trasero, y no solo en las gestas heroicas.

Cuando comencé a trabajar en esta novela me di cuenta de que les había dado apodos a mis personajes, cada hermano —son cinco— tiene un sobrenombre en la familia. Y luego, en otra parte del libro, otros chicos tienen algún apodo. Pensé que esto es un poco como lo que hacía Homero: el veloz Aquiles o el ingenioso Odiseo, son ejemplos de su perspectiva. Me resultó interesante que estas conexiones fueran tan antiguas; y luego, cuando pensé en un apodo para su madre, escribí una oración que decía que venía de un “desierto acuoso”, y supe que eran referencias que salían directamente de Homero. Como dices, solemos pensar que tenemos vidas pequeñas, en comparación con aquellas grandes gestas, pero lo cierto es que todos vivimos grandes momentos en situaciones comunes: todos nos enamoramos o tenemos una gran idea que puede cambiar nuestro mundo, estando aun en la cocina. Quería celebrar, de algún modo, estos grandes momentos.

¿Tuviste mayor confianza o experimentaste mayores desafíos para escribir este libro después de que La ladrona de libros vendió 10 millones de copias?

Los desafíos dependen de tu personalidad. En mi caso pensé que tenía que intentarlo de nuevo. Es cierto, empiezas a creer que el problema es que, mientras más personas te aman, el libro viajará más lejos por el mundo, pero luego te topas con una certeza: la gran mayoría de la gente no te ama tanto. Entonces, irónicamente, cada vez que encuentras a alguien a quien le gusta tu trabajo, te hace cada vez más feliz; especialmente hoy, pues con las redes sociales pareciera que no tienes ninguna opinión a menos que la expreses ahí. Creo que también hay un punto en el que escuchas mucho ruido, y luego se calla un poco hasta que solo estás tú, escribiendo un libro, y después no te preocupas por él, sólo intentas hacer lo correcto para tu historia. Creo que, de todas formas, El puente de Clay iba a tomar todo este tiempo, independientemente de lo que pasó con La ladrona de libros, porque era un libro muy difícil y tenía muchos personajes, es mi libro más ambicioso, y eso siempre me preocupó.

Los silencios dicen mucho de Clay, un personaje que habla poco a pesar de ser el protagonista.

Clay espera hasta el final de la primera parte del libro para decir algo. Durante las primeras 60 o 70 páginas que no ha dicho nada, y sus primeras palabras son “Hola, papá”. Aquí queda claro quién es esa persona que viene a su casa después de tanto tiempo. El silencio es, en realidad, una especie de contensión, Clay no es un personaje que hable si no tiene necesidad de hacerlo, pero al mismo tiempo fue quien más amó las historias de su familia. Creo que su silencio es una herida, y esto revela que ha experimentado algo que sus otros hermanos no conocen, y que descubriremos en el desenlace del libro. Yo era un poco así en la escuela; es increíble como ponemos pequeños trozos de nosotros en nuestros personajes.

Hablemos de Michael, el padre de estos cinco hermanos: ¿buscas que el lector se reconcilie con él gracias a la empatía, mostrando que al final todos tenemos ciertos claroscuros?

Esta es una gran pregunta, me siento bastante empático con Michael, aun cuando Mathew y Clay a veces son muy duros con él por haber dejado a la familia; pienso por ejemplo en la escena donde Clay va a reunirse con él para construir el puente y, cuando Michael le da las gracias, Clay responde: “No vine por ti”. Michael es un personaje que sufre tratando de hacer una cosa hermosa: el puente. Quiero pensar que existe una puerta abierta para empatizar con Michael. Incluso, en algún momento del libro, Mathew dice que comprende por qué se fue. Este es un libro de pistas que se van dejando todo el tiempo; creo que hay una pista de que Matthew ha perdonado a su padre, y si Matthew puede perdonarlo, no veo por qué los demás no podríamos.

No es difícil pensar en una adaptación cinematográfica de este libro, justo como la hubo con La ladrona de libros, ¿te gustaría?

Siempre me han encantado las películas. Creo que el caso de El puente de Clay es un tipo de libro que sería casi más fácil de contar si fuera una película; aunque no necesariamente considero esto como algo positivo. Si miras la primera parte, ella podría ser contada en apenas tres o cinco minutos, bastaría ver a Clay haciendo lo que está haciendo, pero eso implica no poder narrar aquello que no se puede ver en la pantalla. De momento no hay planes para hacer de este libro una adaptación. Es curioso, el libro que escribí en 2002, antes que La ladrona de libros, finalmente parece que se transformará en una serie para la televisión australiana; por lo tanto, en este caso, podría llevar otros 17 años saber qué rumbo tomará el libro… ya veremos qué pasa.

Además del desafío como escritor, este libro también presenta grandes desafíos para tus lectores.

Es un libro que requiere atención por parte del lector, no te diré que la misma que cuando lees el Ulises, o a Tolstoi; este libro no tiene un vocabulario complejo, nunca he tratado de ser un intelectual, pero siempre me ha gustado que exista cierta inteligencia emocional en mis obras y, en este caso, quise presentar una especie de “ambiente inteligente”, donde, como ya dijimos, se necesita prestar atención a lo que está sucediendo, incluso en los objetos que se van mostrando, es probable que cada uno tenga un significado.

¿Cuánto han cambiado tú y tu manera de ver la literatura desde aquel primer libro, hasta El puente de Clay?

Es casi imposible no cambiar. Cuando se publicó La ladrona de libros no tenía hijos, ahora tengo una hija de 13 años y uno de nueve; a veces digo que por eso me tomó tanto tiempo escribir El puente de Clay, pero esto no es cierto. Siempre he tenido una idea muy positiva de lo que los libros pueden darme. En una película tú ves a los personajes; en un libro, tienes que convertirte en ellos, por eso estoy cada vez más convencido de que leer nos da más que cualquier otro medio, gracias a las palabras llegas a ser alguien más durante un momento.+