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EL SOMBRERO de Tomi Ungerer, uno de esos libros clásicos que caben en cualquier bolsillo

Algunos sombreros se contentan con posarse sobre una cabeza tibia y dormir todo el día. Pero hay otros más inquietos, como el sombrero de este cuento, que vivía sobre la cabeza de un hombre rico, hasta que un día voló lejos y de entre cientos de cabezas a la vista se fue a posar en la calva de Benito Badoglio, un viejo soldado, sin un centavo y con una pierna de palo. Le cayó encima sin aviso y del puro susto lo hizo gritar un “¡No disparen, me rindo!”. Después Benito Badoglio se sentó en un banco y quiso examinar aquel sombrero finísimo, pero este se le escapó de las manos, se puso a hacer piruetas en el aire y lo hizo exclamar un “¡Truenos de Sebastopol! ¡Este sombrero está vivo!

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