Columna Jóvenes: Perdidos a propósito
No hace falta un laberinto para que alguien se pierda. O sea, claro que es romántico pensar en un megalaberinto como el de la película El resplandor, de Stanley Kubrick: muros de arbustos de tres metros de alto, nieve y un psicópata asesino con un hacha (ok, eso último no es tan romántico), pero la verdad es que encontrarse uno así en la vida real es bastante difícil (por suerte, si pensamos en la parte del asesino con el hacha).
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