Los trabajos de William Faulkner

De trabajos poco gratificantes en diversas cuestiones, algunos escritores tienen experiencias de sobra. Julio Verne aborrecía su trabajo en la Bolsa; Scott Fitzgerald nunca fue bueno adaptando guiones para el cine y William Faulkner difícilmente conservó alguno de sus empleos.

Nació en Misisipi el 25 de septiembre de 1897 y desde pequeño, Faulkner supo que quería ser escritor, como su abuelo fallecido ocho años antes de la llegada del futuro autor de El ruido y la furia. No terminó sus estudios y se enlistó en la Royal Air Force de Canadá, pues en la fuerza estadounidense no lo aceptaron por su baja estatura. Para su desgracia, la Primera Guerra Mundial concluyó antes que su entrenamiento.

Faulkner, un aficionado de la bebida y de las mujeres, trabajó una temporada en Hollywood, escribiendo guiones a lo largo de la década de 1940. De esta forma, y con una paga decente, pudo codearse con famosos artistas y cineastas, aunque la juerga haya sido lo que más le gratificaba de todo aquello. En una ocasión, le confesó a una de sus amantes: “A veces pienso que si vuelvo a bosquejar otro borrador o a escribir otro guión, perderé toda mi fuerza como escritor.”

Sin embargo, los empleos era algo que no se le daba bien al escritor. De su variado repertorio fue cajero de librería, jefe de correos o empleado de banca y en ninguno permaneció más del tiempo necesario. Cuando trabajó como jefe de la oficina de correos de la Universidad de Misisipi, Faulkner se la pasaba jugando o desatendiendo su labor. En variadas ocasiones fue sorprendido tirando cartas a la basura, por lo que contrataron a un inspector para que lo supervisara. Esa fue la gota que lo hizo dimitir.

El 6 de julio de 1962, los jornadas pesadas, no de trabajo, sino de parranda, le pasaron factura, pues falleció de un ataque al corazón, pocas semanas después de haber sufrido una caída de caballo.