The Sound of silence

The Sound of silence
01 de julio de 2020

“El silencio es un grito único y perpetuo”

-Laetitia Thollot

Este tema, escrito por Paul Simon entre 1963 y 1964, describe el aislamiento, la sensación de vacío y la alienación de cuando se está solo y sin ser escuchado, en busca de un eje moral en una sociedad compleja. Como con cualquier poema, tiene muchas capas de significado si reflexionamos sobre él; en algún momento, Simon explicaría que trata sobre la incapacidad de las personas para comunicarse entre sí a nivel emocional, sobre las personas incapaces de amarse entre sí como sociedad. Un llamado de angustia post adolescente, sobre el peso del mundo que recae en uno, y encontrar en el silencio el ruido de la verdad interior.

Hello darkness, my old friend
I’ve come to talk with you again
Because a vision softly creeping
Left its seeds while I was sleeping
And the vision that was planted in my brain
Still remains
Within the sound of silence

In restless dreams I walked alone
Narrow streets of cobblestone
‘Neath the halo of a street lamp
I turned my collar to the cold and damp
When my eyes were stabbed by the flash of a neon light
That split the night
And touched the sound of silence

And in the naked light I saw
Ten thousand people, maybe more
People talking without speaking
People hearing without listening
People writing songs that voices never share
No one dared
Disturb the sound of silence

“Fools” said I, “You do not know
Silence like a cancer grows
Hear my words that I might teach you
Take my arms that I might reach you”
But my words like silent raindrops fell
And echoed in the wells of silence

And the people bowed and prayed
To the neon god they made
And the sign flashed out its warning
In the words that it was forming

And the sign said, “The words of the prophets
Are written on the subway walls
And tenement halls”
And whispered in the sounds of silence

Hola, obscuridad, mi vieja amiga;
he venido a hablar contigo otra vez
porque una visión, deslizándose suavemente,
dejó sus semillas mientras estaba durmiendo
y la visión que se plantó en mi cerebro se mantiene
dentro del sonido del silencio.

En sueños interminables paseaba solo
por estrechas calles de adoquín;
bajo la luz de una farola
me levanté las solapas por el frío y la niebla,
y mis ojos  heridos por el destello de una luz de neón
que dividió la noche
y alcanzó el sonido del silencio.

En la desnuda luz vi
diez mil personas, o tal vez más;
la gente hablaba sin hablar,
la gente oía sin escuchar,
la gente escribía canciones
que ninguna voz compartiría.
Nadie se atrevía
a romper el sonido del silencio.

«¡Tontos! –les dije–, no saben
que el silencio como un cáncer crece.
Escuchen mis palabras para enseñarles;
tomen mis brazos para alcanzarles».
Pero mis palabras como silenciosas gotas de lluvia cayeron
y resonaron en los pozos del silencio.

Y la gente se arrodilló y rezó,
ante el dios neón que hicieron.
Y el señalamiento destello su advertencia
en las palabras de que estaba formado.

Y el letrero decía: «Las palabras de los profetas
están escritas en las paredes de los subterarneos
y de los salones de fiestas».
Y susurradas en el sonido del silencio.