Select Page

Notas del fin del mundo, EL CASTILLO DE LA PUREZA

Muchas veces se habla de las limitantes del cine mexicano al adentrarse en determinados géneros, sin darnos cuenta que existen muestras más que decorosas en la mayoría de los casos. Desde la ciencia ficción hasta el terror, el cine nacional tiene tantos detractores que parecería que nuestro país es incapaz de haber contado historias como El fantasma del convento (Fernando de Fuentes, 1934) o Los supersabios (Anuar Badin, 1978).

El castillo de la pureza (Arturo Ripstein, 1976) es, sí, un drama urbano con todas las de la ley. No es gratuita la colaboración de Ripstein con José Emilio Pacheco en el guión de la película. Es también un instrumento sociológico del México de las grandes ciudades y una muestra clara del buen cine, del comprometido con su gente y consigo mismo, que se producía en la década de los setenta.

Sin embargo, es también cine casi apocalíptico, casi de terror, casi del fin del mundo. Un hombre obsesionado por conservar a su familia alejada del pecaminoso y decadente mundo exterior, la mantiene encerrada para que permanezca a salvo y, por supuesto, las reacciones provocadas son dignas de una cinta extrema. La calidad humana desaparece y los parámetros se trastocan de la misma manera que en otros géneros como el de zombis, infectados o catástrofes universales.

La ventaja que tenemos aquí es que su tono realista le da un toque que otros géneros pierden a la primera: el de la complicidad, el de la participación involuntaria en un drama duro y macizo. Pasamos del “¿qué haría yo?” al “¿qué estoy haciendo ahora?” con un salto tan natural que igualmente habría que analizarlo con los trágicos resultados que se puede acarrear.
En resumen, una estupenda película a veces olvidada. Hoy podemos recordarla en dvd por menos de 50 pesos.

El castillo de la pureza en gandhi

Por: Erick Estrada www.cinegarage.com

Imagen: Escena de El Castillo de la Pureza