Nick Cave, el poder del sentimiento

Cinco años han transcurrido desde la última presentación de Nick Edward Cave en la ciudad de México, capital que ha aguardado con impaciencia y completa devoción al ídolo punk de 61 años. El tiempo no solo suma años a la edad de Nick Cave, más allá de las décadas vividas, sobre el escenario se desbordan el cúmulo de experiencias que se manifiestan en una actitud de un alma inalterablemente rebelde y melancólica.

La ceremonia comienza, y el escenario se ilumina ante una figura enfundada en un traje oscuro que enmarcada en las primeras notas de los legendarios The Bad Seeds seduce a la audiencia con los primeros acordes de ‘Jesus Alone’, primera pieza del repertorio de la noche del 2 de octubre; en seguida ‘Magneto’ y ‘Do You Love Me’ obligan al público mexicano a dejarse llevar por las melancólicas letras del músico australiano y como una sola voz desde lo más profundo de sus gargantas entonan los coros con los que Nick Cave los convocan a sumarse a su música.

No todo es lanzar micrófono, patear atriles, gritos que desbordan sentimientos y bailes efusivos, un sereno Cave lleva a su audiencia al momento de contener la locura cuando ante un majestuoso piano comienza a entonar los primeros acordes de ‘Into My Arms’, la conciencia colectiva donde sabemos que “el 2 de octubre no se olvida” es reconocida por Nick Cave cuando menciona a las víctimas de la represión en Tlatelolco.

Siete mil almas se congregan alrededor de este escenario, donde no son suficientes los gritos, suspiros, aplausos, bailes con los que agradecen la presencia de Nick, oleadas la adrenalina comienzan a crecer ante la cercanía del ídolo. La emoción se convierte en euforia cuando ante los acordes de ‘The Weeping Song’ cuando ante la sorpresa de todos, Nick extiende la mano y desciende con el permiso de sus fans del escenario para tomar irrumpir ante la mirada sorprendida y los acelerados corazones de los asistentes. Su camino lo lleva entre los incrédulos asistentes por la pista hasta llegar a la parte trasera y continuar la canción desde una tarima a espaldas de sus seguidores, el momento de volver al escenario se torna el mejor momento, entre abrazos, palabras y agradecimientos hacen Nick recorre el camino de regreso al escenario con tranquilidad entre el público.

Las luces apuntan al escenario, las cámaras de los asistentes buscan el momento donde capturar el gesto que permanecerá imborrable y vivo en sus memorias, sin darse cuenta que el instante atrapado en el celular no alcanza para retener lo que están viviendo en ese momento. Es imposible atrapar en una imagen esa experiencia única e irrepetible que está sucediendo sobre el escenario con un ídolo como lo es Nick Cave. Un grupo de afortunados fans no pueden creer lo que está sucediendo, la invitación a compartir el escenario con Nick Cave los aturde, quisieran abrazarlo, darle la mano, besarlo, tomarse una foto con su ídolo, probablemente será el recuerdo que los deje marcados para siempre.

Él sabe cómo mantener la calma, sin palabras pide a los más de treinta fans que están sobre el escenario que se sienten a su alrededor. Como un mesías, de pie rodeado de sus discípulos, invoca a sus congregantes a interpretar ‘Push the Sky Away’ levantando el puño hacia el cielo haciendo parte de esta experiencia a sus seguidores. La emoción se desborda y solo un alma atrevida se eleva en el escenario, y aún extasiada por la experiencia busca a Nick para abrazarlo y sellar el pacto musical que está viviendo. No hay palabra que describan las emociones que Nick Cave sembró en su audiencia esta noche. El fin de este mar de amor está por terminar, Nick se retira dando las gracias, los afortunados fans comienzan a bajar para dejar libre el escenario que se resiste a liberar sus almas, y en una nueva oleada de emociones nuevamente regresan The Band Seeds y sellar la noche con el encore de ‘The Marcy Seat’, ‘City Of Refuge’ y ‘Ring Of Satur’. Los últimos acordes son preludio de la despedida y ante una gran ovación el músico y poeta Nick Cave cierra la noche en la cima del amor incondicional que le prodiga una de las ciudades más grandes del mundo.

Si tú no pudiste asistir, no te preocupes, el hechizo de este rebelde está disponible en forma de literatura. Reencuéntralo en sus novelas La muerte de Bunny Munro (Malpaso Ediciones), La canción de la bolsa para el mareo (Sexto Piso) y también en Y el asno vio al ángel (Pretextos), además de su música y películas disponibles en Gandhi.

Todas las fotos: César Vicuña | Cortesía de OCESA