Letras y basura: Entrevista a Javier Cercas

Letras y basura: Entrevista a Javier Cercas
16 de enero de 2020
Herles Velasco

Javier Cercas se reinventa en su más reciente novela: Terra Alta (Planeta), una obra nacida a raíz de los conflictos que se desataron en Cataluña durante el otoño de 2017, cuando se llevó a cabo el referéndum para votar por la independencia. A pesar de esta reinvención, Cercas también creó un libro marcado por los temas con los que desde siempre se identifica: el desarraigo, la violencia y la justicia, todo a través de la mirada del policía Melchor Marín, quien está convencido de que Los miserables de Victor Hugo habla de él.

LA VERDAD, LA LUCHA CONTRA LA MENTIRA Y LA ESCRITURA

Para conversar con Javier Cercas, en este momento hay un punto de partida casi obligado: los premios que recibió este año.

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En la literatura, primero, felicidades por el Premio Planeta 2019 que te otorgaron por Terra Alta, y también felicidades por tu premio más reciente: El Cerecedo de Periodismo. Hace poco escribiste un artículo que está muy relacionado con el discurso de recepción de este premio, lo titulaste “Ya no basta con contar la verdad, hay que destruir las mentiras”.

Estoy totalmente de acuerdo conmigo mismo, no he cambiado de opinión. Hoy, mucho más indispensable que contar la verdad, es fundamental evitar que se cuenten más mentiras. Si en estos momentos la mentira tiene una mayor capacidad de difusión, es primordial destruirla: sabemos que la verdad hace hombres y mujeres libres, mientras que la mentira los convierte en esclavos. Todas las tormentas de mentiras a las que hemos asistido han provocado catástrofes. En Cataluña vivimos una de esas tormentas, y fue letal. Los grandes medios deberían preocuparse por contar la verdad, pero esto no está sucediendo. Ningún país está condenado a ser un desastre, aunque existan periodistas que corrompan la verdad. Es cierto que cada vez existen menos en naciones donde la democracia funciona mejor, pienso — por ejemplo— en algunos de los países escandinavos, pero también sé que eran una catástrofe a finales del siglo xix. En aquellos años tenían problemas enormes, y decidieron que debían arreglarlos. Lo han hecho. Esto quiere decir que el futuro está en nuestras manos; ni los mexicanos, ni los españoles llevamos la corrupción en los genes. El primer paso para lograr el futuro que se desea es destruir las mentiras y abrirle camino a la verdad.

Hablando de tus artículos, siempre regreso a uno que escribiste en 2007: “¿Por qué escribir?”. Y a pesar de que lo concluyes diciendo que “escribo tanto quizá para que la gente deje de preguntarme por qué escribo”, perdonarás mi rebelión; pero ¿por qué escribes ahora?

A pesar de aquella conclusión, la pregunta que la originó nunca deja de ser pertinente, tal vez es la pregunta fundamental que nos hacemos todos los que nos dedicamos a este oficio. Cuando nos cuestionan “¿por qué escribimos?”, decimos “Dios mío”. Quizás esto se debe a que es el interrogante menos banal que pueden hacernos. Uno escribe para averiguar por qué escribe.

UNA NOVELA, UNA REINVENCIÓN

Entremos en tu novela: pienso en Melchor Marín, un policía muy lejano de ser la encarnación de la virtud. ¿Por qué nos atraen tanto los antihéroes, los personajes decadentes?

En los libros que he escrito, sobre todo a partir de Soldados de Salamina, hay una reflexión acerca del heroísmo y los héroes. En parte podría atribuirla a las novelas de aventuras de mi infancia, incluyendo La Ilíada y La Odisea que yo leía como historias de aventuras; para mí, Aquiles era como Miguel Strogoff, o como Jean Valjean. He realizado una larga investigación sobre este tema, que en el fondo solo es una indagación sobre la virtud y la ética. ¿Qué hace un hombre valioso? Ese es el misterio, por eso sigo escribiendo sobre este tema, creo que forma parte de mi ADN en medida que remarca una de las cosas que me han preocupado desde siempre: la virtud cotidiana. Por esta razón, el protagonista de Terra Alta, aunque es visto como un héroe por algunos, él se oculta porque le molesta que así consideren, Melchor tiene un pasado que no le gusta.

La muerte de la madre de tu protagonista es el detonante que mueve al personaje a través de la novela. ¿Cuál es el detonante de Javier Cercas para escribir Terra Alta?

Una serie de hechos: el descubrimiento de la Terra Alta, la voluntad de renovarme como escritor, el miedo a convertirme en un imitador de mí mismo, y también el hecho de haber vivido experiencias personales a raíz de la crisis catalana que cambiaron mi manera de ser y de ver el mundo. Necesitaba reinventarme como escritor y estas realidades me ayudan. Estoy ante una realidad conflictiva, dura, que nunca pensé vivir: la realidad que vivimos en Cataluña en otoño de 2017. Lo bueno no nos sirve a los escritores, la felicidad es muda, en un mundo feliz quizá no habría literatura. Los escritores trabajamos con la discordia, con la desgracia, con el dolor; lo bueno no es bueno para nosotros; el carburante de la literatura es el mal. Somos recicladores de basura.

¿Comparte Javier Cercas los sentimientos de Melchor Marín, con Terra Alta, en relación con Cataluña? ¿Ambos son unos desarraigados?

Los comparto. Aunque Melchor nació en Cataluña es un desarraigado, y yo también soy un desarraigado. A los cuatro años, mi familia me sacó del sitio donde habían vivido desde siempre. Quizá por eso soy escritor, porque no encuentro mi lugar. Cuando lo pierdes no puedes recuperarlo. Quien se va no puede regresar, el sitio del que uno se salió ya desapareció, y no depende de una situación geográfica. Comparto ese hecho con Melchor, él piensa encontrar un lugar de pertenencia, un sitio donde pueda ser libre y feliz, cree que se encuentra en Terra Alta y siempre es frágil llegar a esa situación.

La identificación de Melchor Marín con el personaje de Los miserables, Javert, ¿Va más allá de una simpatía por compartir el oficio de policía?

Va mucho más allá, la relación de Melchor con Javert es una de las claves de la obra. Los Miserables es una novela que le cambia la vida al protagonista de Terra Alta, Marín la lee en la cárcel y sus palabras lo vuelven loco, cree que ese libro habla de él. Eso es lo que hacen los grandes libros, hacer que pensemos que están hablando de nosotros. Melchor se convierte en policía porque quiere ser como Javert, pero Javert es el malo de Los miserables, es el policía inflexible, justiciero, el hombre que persigue implacablemente al protagonista; sin embargo, Melchor ve en este antagonista al verdadero protagonista, al bueno de la historia, porque también cree que, en realidad, los buenos solo lo son en apariencia; por eso se hace policía, para convertirse —como Javert— en un paladín de la justicia, el único refugio de los miserables que son como él: pobres e indefensos frente a los ricos y poderosos, no le falta razón.

En Terra Alta hay un modo de narrar distinto al que Javier Cercas nos tiene acostumbrados. ¿Se puede considerar a esta novela una ruptura en tu trayectoria?

Espero que sí, Terra Alta es el inicio de algo distinto; es, como bien dices, un modo de narrar distinto; es un retorno a eso que algunos llaman la ‘ficción pura’, y en este sentido es la puerta de entrada a un territorio nuevo. Eso es fantástico, esta sensación es la mejor que le puede pasar a un escritor: descubrir un territorio virgen, una escritura fresca, temas nuevos, otros modos de ver la realidad, y estoy muy contento de que esto me haya sucedido.+